La película Matilda se estrenó hoy en más de 2.000 salas cines de Rusia, con detectores de metales en sus puertas y patrullas policiales en sus inmediaciones, en prevención de ataques por parte de sus detractores, quienes intentaron su prohibición al considerarla una «blasfemia».
La cinta ha reabierto, cien años después, viejas heridas en la sociedad rusa al abordar el romance entre el último zar y una famosa bailarina. El Ministerio de Cultura autorizó su proyección y la policía detuvo a los ultraortodoxos que amenazaron de muerte a sus autores, quienes aseguran que la película daña la imagen del zar y santo.
Alexéi Uchítel, director del filme, dijo que la cinta es una historia de amor que tuvo una gran influencia en el destino de Rusia. «El Estado debe garantizar la seguridad en los cines. Si empezamos a ceder, ganarán y eso sí sería inadmisible. No le deseo a nadie lo que he vivido estos meses. Me amenazaron con romperme los brazos y las piernas», agregó.
Debido a las amenazas, sus principales protagonistas, el alemán Lars Eldiger, que interpreta al zar Nicolás II, y la polaca, Michalina Olszanska, que encarna a Matilda Kshesínskaya, no acudieron al preestreno.»Tenemos un gran respeto por Nicolás II. Lo he llegado a querer como persona, pero no como un santo», declaró Eldiger a la prensa.
Uchitel, que lleva meses pidiendo a los detractores que vean la película antes de condenarla, insiste en que Matilda es ficción y que se permitió ciertas licencias históricas, aunque la mayor parte del argumento se basa en hechos verídicos.
Las autoridades mantendrán este dispositivo policial hasta el fin de semana, cuando se espera que cientos de miles de espectadores acudan a los cines a ver la película que ha dado tanto que hablar durante los últimos meses.»Aún recibimos mensajes aislados con amenazas, pero actuar ahora contra la película sería un suicidio, ya que cualquier intento sería reprimido por la policía», dijo Alexéi Riázantsev, director general de la compañía de cine Caro-Premier.
Los líderes del Estado Cristiano, que rechaza el filme, están en prisión, pero en el preestreno esta semana en San Petersburgo y Moscú fueron detenidos varios sospechosos, y otros grupos de creyentes organizaron aislados actos de protesta.El director reconoció que el guionista pidió salir con seudónimo en los créditos, mientras las principales televisiones públicas declinaron publicitar la película.
EU