La salud de todos los españoles ofrece gran cantidad de datos para el optimismo. Nadie en la Unión Europea vive tanto tiempo (83 años de esperanza de vida al nacer frente a los 80,6 de media europea).
Un momento de vida mucho más saludable se ha extendido en algunas variables: el 32% de los españoles fumaba en el año 2000 y en 2014 eran el 23%. Solo el 9% bebe grandes cantidades de alcohol regularmente, menos de la mitad que en el resto del Continente.
Sin embargo, la riada de estadísticas que Bruselas ha publicado este jueves en su Informe sobre el estado de la Salud de la UE 2017 es también una muestra de las deficiencias del sistema español: el gasto sanitario está por debajo de la media europea, el número de enfermeros por cada 1.000 habitantes es muy inferior, crece el consumo de alcohol entre los jóvenes, la obesidad gana terreno en todas las franjas de edad, y la actividad física es particularmente baja entre los adultos.
Entre tanto, el estudio, que fue elaborado a partir de datos de Eurostat y de la OCDE, destaca la elevada cobertura sanitaria, pero advierte de que su reducción como consecuencia de la crisis económica ha elevado el gasto privado.
Del mismo modo alertó de la peor evolución de los recursos destinados a este ámbito. Si en 2009 España prácticamente igualaba el gasto sanitario europeo por habitante, seis años después, en 2015, la distancia respecto a sus socios se ha ensanchado para mal.
España por su parte, dedicó en 2.374 euros por ciudadano, por debajo de los 2.797 de media en la UE. Y el motivo no es la mayor fortaleza económica de otros países. Al relacionarlo con el PIB el panorama no mejora: España emplea el equivalente al 9,2% de su riqueza nacional a sufragar la sanidad frente al 9,9% de media comunitaria. El estudio apunta que la financiación cambia mucho según la comunidad autónoma: el País Vasco, Asturias y Navarra gastan un 30% más en Salud.
Con respecto a los recursos humanos empleados para atender a la población, el resultado es agridulce. La tasa de médicos por habitante supera ligeramente la europea—3.8 por cada 1.000 habitantes frente a 3,6 en la UE—, pero es muy inferior en el caso de los enfermeros —5,3 frente a 8,4—.
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