Fidel Castro falleció este viernes a los 90 años por causas naturales, después de haber sobrevivido a cientos de planes e intentos concretos para asesinarlo según aseguran los servicios de inteligencia cubanos, lo que durante muchos años alimentó la versión de que, para evitar riesgos, cada noche dormía en un sitio diferente.
Sólo hasta 2006, las agencias llevaban registrados 638 planes para asesinar a Castro en distintas etapas de desarrollo. Así se afirma en «638 Ways to Kill Castro» («638 maneras de asesinar a Castro»), un documental dirigido por el cineasta Dollan Cannell y estrenado en noviembre de ese año en la televisión británica.
Según detalla la película, 634 de esos planes respondieron a la inspiración de ocho gobiernos de Estados Unidos, casi siempre dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, en inglés).De acuerdo con los datos del film, y por orden cronológico, Estados Unidos planeó matar a Castro 38 veces durante la presidencia de Dwight Eisenhower (1953-61), 42 bajo el mandato de John Kennedy (1961-63), 72 con Lyndon Johnson (1963-69), 184 con Richard Nixon (1969-74), 64 con James Carter (1977-81), 197 con Ronald Reagan (1981-89), 16 con George Bush padre (1989-93) y 21 con Bill Clinton (1993-2001).
El único presidente de ese largo período que parece quedar al margen de los intentos de asesinato de Castro es el republicano Gerald Ford, quien entre agosto de 1974 y enero de 1977 completó el segundo mandato de Nixon tras la renuncia por el escándalo Watergate.
Si son ciertos algunos testimonios, alguna vez a un camarero al servicio de la mafia cubana le faltó coraje en el último momento para disolver una pastilla de cianuro en el licuado de chocolate que Castro solía tomar en el hotel Habana Libre.
Del reclutamiento de Lorenz se jactó también el célebre capo mafioso Sam Giancana, «el sucesor de Al Capone», lo que no debe extrañar porque más de una vez la CIA recurrió a los servicios de las organizaciones criminales para encubrir la responsabilidad del gobierno.
Lorenz, quien más tarde trabajaría también para el FBI, fue luego amante del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, con quien tuvo una hija (Mónica Mercedes), y se vio involucrada en el asesinato de Kennedy, motivo por el cual debió prestar declaración ante la justicia.
Legendarios son los intentos por infiltrar veneno o explosivos en los cigarros a los que Castro era célebre aficionado hasta que dejó el tabaco a mediados de los 80 (aunque luego posó más de una vez con un puro apagado, para promover uno de los principales productos cubanos).
También las ideas de envenenar su traje de buceo, rellenar moluscos con explosivos, balearlo con una falsa cámara fotográfica, atacarlo con un bolígrafo convertido en cerbatana o, incluso, dispararle con una bazuca mientras hablaba en público.
MSN