Los Timoto-Cuicas personificaron los grupos nativos más avanzados dentro del territorio venezolano y se encontraban vinculados con la cultura chibcha (las muiscas) de los Andes. Se localizaron en los estados de Mérida, Táchira y Trujillo.
En este sentido se encontraban formados por diferentes tribus: capachos, tabayes, timotos, mucuchíes, taribas, escuqueyes, betijoqueyes, guaraques, carachis, cuicas, guitas, chachopos y licuipos.
Según el especialista en Ciencias Sociales Miguel Acosta Saignes, los timotos o timotíes tenían al estado Mérida de la República de Venezuela como hábitat principal, y los cuicas, el territorio trujillano; que los coloca como pertenecientes al área cultural de los Andes venezolanos.
Dentro de su modo de vida desarrollaron la modalidad de regadío en terrazas construidas en las áreas montañosas. Cultivaron maíz, papa, tabaco, cacao, y yuca dulce.
Del mismo modo domesticaban animales (pavos, paujíes y guacharacas). Efectuaban intercambios comerciales con mantas, alfileres entre otros. Utilizaban como moneda las semillas de cacao.
Empleaban sistemas de riego y construían andenes (terrazas) para evitar la erosión. Conocían la cerámica (fueron excelentes alfareros) y fabricaban objetos de oro, y del mismo modo eran expertos en textiles.
Practicaban el comercio con otras comunidades nativas, mediante el intercambio de sus artesanías por productos y frutos como el algodón y la sal.
De acuerdo con algunas investigaciones, se cree que los Timoto-Cuicas practicaron el trueque con los arahuacos y los caribes y, al parecer, no mantuvieron grandes desafíos pues, de haberlos tenido habría desaparecido la población de esas comunidades. Sin embargo, sí sometieron a otras pequeñas tribus, que iniciaron a depender de ellas, sobre todo en el campo lingüístico.
Practicaban el fetichismo y veneraban ídolos de piedra y arcilla. Ofrecían sacrificios humanos y edificaban templos. Hasta tiempos coloniales, persistieron los sacrificios de chiquillas secretamente en la Laguna de Urao.
Icaque, la diosa prehispánica andina, así como su templo y el ritual con el que la reverenciaban, fueron contados por el cronista Juan de Castellanos, quien señaló que se hacían fiestas y sacrificios humanos en su nombre.
El doctor y especialista Renato Pennino del Cuerpo Consular Italiano acreditado en Mérida desde el año 1956 ha llevado a efecto diferentes exploraciones arqueológicas en la cercanía de la población de San Rafael de Mucuchíes y ha conseguido hallar varios objetos precolombinos entre ellos un puma de cerámica.
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