Entre las pocas conclusiones positivas que el Real Madrid pudo extraer del pasado curso, está la de la lección aprendida. «Era una temporada diferente en Euroliga, nadie tenía ni idea de cómo podía resultar. Y fue un desgaste brutal», concluyó Pablo Laso nada más comprobar cómo el honorífico galardón de mejor equipo de la temporada regular no le servía de nada ni en Europa, con formato nuevo, ni en ACB. El esfuerzo, físico y mental, del camino lo pagó el colectivo en el desenlace, arruinado tanto en la Final Four como en la final de la Liga Endesa contra el Valencia. Ante un amanecer de curso plagado de minas, al equipo blanco sólo le queda aferrarse a que esta vez el efecto sea el opuesto. Que aunque vengan curvas y derrotas en pleno maleficio de lesiones -cómo no-, al final del trayecto acuda la plenitud.
De Vitoria, el martes, el Madrid no sólo regresó con la mayor derrota de la era Laso (105-75), humillado como no se recordaba. También con la enésima lesión y, como perro flaco, todas en los jugadores interiores. Anthony Randolph, que ya se perdió varios partidos por una luxación en su hombro derecho, sintió unas molestias durante la segunda parte y el miércoles se confirmaron los temores: lesión de estrés en la base del tercer metatarsiano del pie derecho. Aunque no los peores, pues no hay fractura y su periodo de ausencia se estima en alrededor de un mes.
En esta crisis, el Madrid tiene dos espejos del pasado curso en los que verse reflejado. Uno borroso, el del Barça arrasado por las lesiones, con Bartzokas desquiciado y con refuerzos de urgencia que nada solucionaban (Holmes, Renfroe, Munford, Faverani y Diagne); el equipo no levantó cabeza hasta el punto de ni siquiera meterse entre los ocho mejores de Europa. Pero otro reluciente, el del Fenerbahçe de Obradovic, también con lesiones (Sloukas, Bogdanovic…) y al tran tran (fue quinto con 12 derrotas) hasta la hora de la verdad, a la que llegó como un tiro para ganar la primera Euroliga de su historia. De momento, tras cuatro tropiezos en los últimos cinco partidos -tres seguidos en Europa-, las preocupaciones son de corta distancia. Este jueves (21.00 h., Movistar) visita el WiZink el Unicaja y vencer, como sea, parece la única forma de cortar la hemorragia.
El problema del proyecto Laso 7.0 está más a largo plazo, en el hecho de desarrollar su baloncesto e identidad, que en los propios resultados. Firmaría el técnico, recién renovado, seguramente una de las situaciones más complejas desde que aterrizó al banquillo blanco: no acabar en la zona noble ni de la Euroliga ni de la ACB, incluso ceder en su espectacular racha copera -cuatro títulos de carrerilla-, si a la primavera el grupo llega sano y en apogeo.
Salvo ganga de última hora, la idea de la directiva es no fichar más. No está el mercado para fiestas y la plantilla ya cuenta con 17 piezas, aunque hoy por hoy cuatro de ellas (tres pívots) estén en el dique seco. A Kuzmic ni siquiera se le aguarda ya esta temporada. El mal trago lo debe pasar Laso con Felipe Reyes (quien no se esperaba tal sofocón a sus 37 años), Trey Thompkins y el recién aterrizado Tavares, sin tiempo para la adaptación. Es probable que el canterano Usman Garuba -que ya estuvo convocado en Burgos y es un habitual de los entrenamientos-, tenga su oportunidad en la ACB a sus 15 años. Y Maciulis y Radoncic deberán seguir aportando en posiciones que no son las más naturales para ellos.
A Laso le queda aguantar el duro invierno con las pocas provisiones que le quedan. De primeras, elevar el nivel defensivo, uno de los grandes lastres actuales. Y, por el camino, intentar ir potenciando a algunos jugadores que en otras circunstancias tendrían menos protagonismo. Racionar en la medida de lo posible a los sanos y no perder mucho más de la cuenta (ni de forma tan bochornosa como ante el Baskonia, si es posible). Mirando el vaso medio lleno, el técnico sumará a la causa (y a Luka Doncic) antes o después -alrededor de la Copa de Las Palmas-, a los dos tipos mejor pagados y quizá más decisivos de su plantilla, Llull y Ayón. Aunque, probablemente, hoy por hoy esto no le sirva demasiado de consuelo.
P.