El billete de 100 mil bolívares, el mayor signo monetario de Venezuela, alcanza hoy para pagar pocas cosas como un kilo de detergente o un champú y, aunque el poder de compra de la moneda merma cada día debido a la «hiperinflación», la rentabilidad de la venta del efectivo va en alza.
En el país, el dinero físico es igual o quizá más difícil de conseguir que los alimentos y medicinas, pese a que el Banco Central (BCV) ha aumentado la masa monetaria cada mes, especialmente durante el último semestre cuando la economía entró en una espiral hiperinflacionaria.
Aunque la gubernamental Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) no reconoce déficit alguno en las cantidades actuales de efectivo, ha emprendido una afanosa campaña para promover la migración de las transacciones mercantiles a las plataformas digitales.
No obstante, la escasez de dinero físico se evidencia en el día a día de los venezolanos con las colas a las afueras de los bancos -que distribuyen los billetes de forma racionada-.
También se evidencia en el hecho de que ciudadanos particulares ofrecen, cada vez con más frecuencia, entregar efectivo a cambio de del pago de un monto superior vía transferencia electrónica.
Estos particulares puede cobrar, por ejemplo, hasta 150 mil bolívares por entregar un billete de 100 mil bolívares.
Quien irremediablemente necesite papel moneda y no disponga del tiempo para cazarlo en entidades financieras verá en el mercado del efectivo una solución expedita, que ahora es ofrecida en círculos sociales y en redes digitales como Facebook, Instagram y Twitter.
Anuncios como «Compro billetes de 100 mil bolívares» o «vendo efectivo al 25 %» circulan por la nube y se llenan de comentarios de internautas venezolanos interesados en sacar una ganancia de los billetes que tienen, u obtener los que necesiten pero abonando por canales electrónicos un monto superior al que recibirán en físico.
Si bien los habitantes de las 23 entidades federales y del Distrito Capital necesitan en igual medida el efectivo para pagar el transporte público, la gasolina o los servicios de estacionamiento, en las ciudades fronterizas la demanda es mayor dada la operatividad de las casas de cambio.
Estos espacios, principalmente ubicados en la ciudad colombiana de Cúcuta -fronteriza con el estado venezolano de Táchira-, manejan montones de bolívares que a diario son convertidos en unos pocos pesos para quienes cruzan la frontera en búsqueda de comida, remedios o quieren emprender rumbo hacia otros países.
DC/Agencias