Corría el año 1955. La National Cash Register quería introducir en Venezuela su nueva máquina Postronic diseñada, no para el registro de las ventas y el control del ingreso por caja si no para la jerga bancaria. Su fortaleza consistía en la toma del saldo anterior de forma rápida y automática y, con ello, se evitaban los repetidos errores en los balances cuando cuadraban los débitos y los créditos y, sin embargo, aparecían descuadres y errores en las cuentas por saldos errados tomados por el corrientista y los operarios. Arcángelo Vulpis Milano, del Banco de Fomento Regional Zulia; Dimas Arias, vendedor de la National, y Guillermo Osorio del Banco Comercial de Maracaibo fueron invitados a la fábrica; primero a Dayton, Ohio; luego, a Chicago, Illinois; después a Detroit, Michigan y, finalmente, a New York. Todo para ver operar a las máquinas. Estaba Louis Amstrong, el trompetista de oro y cantante de Blues y Jazz, en Manhattan. Estar en vivo con el Rey de la trompeta en su propio Cabaret en una fiesta nocturna era un privilegio y una regia nota.
Recordaban ellos que llegaron al espectáculo pasadas la medianoche en tiempo exacto. Estaba el local abarrotado de gente de color. En el movimiento de luces de la sala, resaltaban las siluetas de hombres de alta estatura, de setenta años de edad promedio; de cuerpos y brazos caídos hacia adelante y, además, pasados de licor. Los invitados juraron de buena fe que, ni antes, ni después, habían racismos en su comportamiento, pero sintieron miedo de aquel panorama con asistencia plena, lleno de bulliciosos y flemáticos esquemas. Para colmo, eran jóvenes provincianos en su primer viaje.
Salieron de allí convencidos que Darwin (1809-1882) estuvo allí viviente y que de verdad el hombre llegó a partir de la transformación del mono. Mas, fue variando y mejorando hasta llegar al hombre nuevo y lograr su nueva figura. En efecto, Darwin, estudió la ascendencia del hombre y del mono hasta llegar a un primitivo antecesor común. Pues bien, han pasado 12 lustros de aquel entonces y, por cierto, no hemos vuelto a ver ningún otro parecido con los especímenes de marra.
Por lo mismo, luce de verdad que se transformaron o se escondieron definitivamente. Pero al amanecer, nos dimos cuenta que Dios había creado al hombre a su imagen y semejanza. Por lo tanto, no podía sino presentar a su hombre de cuerpo elegante, tez canela, blanca y arrogante, de figura esbelta, guapa y señorial. Tanto, que se pereciera a Dios como Dios lo había dispuesto. Entonces empezaron a nutrirse las dudas que al presentarse testimonio, a unos los colocó el diablo en la diatriba y, a los otros, San José los defendía. Pero gracias a las ideas y los hechos de Ángeles y Arcángeles, y a Judas Tadeo, las certezas se fueron aclarando. Así, en la Navidad, nació el Niño Dios y San José presentó su criatura. Por otra parte, lo escondió de Herodes. Todo había pasado como por encanto, una historia que se convirtió en sueño alejada de la realidad. En efecto, en sueño, además, inoportuno y malicioso, creado por Satanás para dividir y elevar las diferencias entre los humanos que, por cierto, por “averiguadores” y por meterse donde no les importa todos han caído por metiches y más todavía cayeron antes del día ¡por Inocentes!
De verdad el cuento contiene anécdotas, medias verdades y algunas historias mal contadas, inventadas con el único deseo de participar en el ¡El día de los Inocentes!
De todas formas, es propicia la ocasión para desearles a lectores, vecinos y amigos, éxitos para el próximo año 2018.
DC / Luis Acosta / Articulista