¿Qué tienen en común los cuatro jóvenes venezolanos que partieron de las costas de Falcón rumbo a Curazao y los cuatro venezolanos que estaban saqueando gandolas y comercios en el Sur del Lago? Lamentablemente son varios los factores que los unen, en primer lugar que todos fallecieron escapando de la hambruna en Venezuela, que no les importó poner en riesgo sus propias vidas, unos tratando de salir del país y otros en la búsqueda frenética de comida, en segundo lugar, su gentilicio, y que todos tienen un mismo asesino: Nicolás Maduro Moros.
Cada una de estas muertes son crímenes en serie cometidos por el mismo asesino, ese que se empeña en negar su responsabilidad en la crisis tan severa en la cual ha hundido al país, ese que tercamente cierra las puertas a canales humanitarios que pondrían un cese a las muertes por hambre y por falta de medicinas, es el mismo que amaña elecciones a su favor, el que se atornilla en el poder sacrificando la vida de los ciudadanos, es ese el asesino.
No pretendemos con estas reflexiones justificar los saqueos, ni el robo de ganado, ni el caos, ni la anarquía, ni mucho menos las migraciones ilegales, por el contrario, queremos encender las alarmas sobre lo que está pasando realmente en nuestro país.
Una situación que ha llegado a tal extremo que el instinto de supervivencia se está imponiendo para intentar ocultar la delgada línea de lo legal, lo correcto y hasta lo sensato.
Nuestros hermanos está pasando hambre, no hay ingreso, ni bono que alcance para comprar comida o medicinas, miles de comercios se han ido a la quiebra, no hay sueldo que le llegue a los talones a la hiperinflación, hay saqueos de comercios y hay carreteras cerradas por pobladas hambrientas, esa es la verdad, y la evidencia está allí, en menos de 48 horas ocho venezolanos asesinados por el régimen.
Danny José Sánchez Pila, de 33 años, su hermana Joselyn Piña, de 24 años; Oliver Cuahuromatt Velásquez, de 33 y Janaury Guadalupe Jiménez Chirinos, de apenas 18 años, son las identidades de las cuatro personas fallecidas tras el naufragio de una lancha falconiana en aguas de Curazao registrada este 10 de enero.
Elizabeth Sierra, de 26 años de edad, Manuel Alberto Oria Márquez, de 23 años, Arturo Lino Volcanes Guillén, de 23 años y un adolescente de 17 años, fallecieron este 11 de enero, victimas todas de armas de fuego, en sucesos registrados en el eje Panamericano en medio de situaciones de saqueos.
Estos ocho venezolanos, sin duda alguna, son víctimas de un asesino en serie, todos fallecieron sin poder ver ese mejor futuro que buscaban, vivieron y sufrieron en carne propia esa crisis humanitaria que tanto el régimen se niega en reconocer, y ellos son apenas la punta del iceberg de los cientos de balseros venezolanos que están cruzando las fronteras a riesgo de sus propias vidas y de los miles de ciudadanos que han salido a las calles a reclamar comida.
Esa es la cruda verdad, y tarde o temprano Nicolás Maduro tendrá que pagar por todos estos y todos sus crímenes, además por el asesinato de la joven embarazada Alexandra Conopoi, de 18 años de edad, hecho registrado el pasado 31 de diciembre, mientras estaba en una cola esperando recibir un pernil.
La militarización, la represión militar y mucho menos las promesas del Petro, pueden ser consideradas la solución a la severa crisis que está ahogando a los venezolanos. Hasta tanto no se reconozca la crisis humanitaria que afecta a nuestro país, no se generaran reales soluciones, una solución que necesariamente debe pasar por el fin de esta dictadura asesina, no hay más salidas, y el régimen lo sabe. Por eso ellos seguirán negando la realidad, pero igual nosotros nos mantendremos firmes en nuestro empeño de develar ante el mundo la verdad de lo que pasa en Venezuela, y no descansaremos hasta lograr su salida.
DC / Lester Toledo / Diputado CLEZ – Dirigente VP / @LesterToledo