Aseguramos que los hechos ocurridos en el junquito, cambiaran la política en Venezuela, como la percepción que los venezolanos tienen del mundo y sus presuntos aliados, nos permitimos diagnosticar que se percibe “un cambio de era”.
Mientras tanto la tarea es ardua. Construir las condiciones de legitimidad necesarias para una convivencia pacífica y una ciudadanía responsable, deben ser abordadas sin dilación, de manera tal, de no alimentar la desidia del ciudadano ante los problemas de la sociedad.
Louis Einstein, en su obra Las ideologías de la imposición (1983), señala que el interés público significa cosas distintas para personas diferentes, y cada cual lo interpreta a su manera, lo que está en la línea del autor anterior, porque puede que ese interés general sea distinto según lo que cada uno interprete que es este concepto.
Excluir y silenciar al adversario es otro recurso para evitar la confrontación. Normalmente se exige primero descalificar al discrepante, atribuyendo sus ideas a la fobia o al prejuicio, sin molestarse en contestarlas. Pero hoy lo políticamente correcto cuenta más que la libertad de expresión.
Se han impuesto dos estrategias políticas que aún nos tienen secuestrados. La primera es la política de la venganza. El tradicional expansionismo de EE.UU. ha encontrado en Venezuela, una nueva razón de ser y todo el mundo parece estar de acuerdo en que ha llegado la hora de imponer por la fuerza la cultura occidental.
El intervencionismo militar en Venezuela debió servir para construir, pero el resultado fue totalmente el opuesto. Se convirtió el país, en un estado fallido que desestabilizara regiones enteras en Latinoamérica.
La venganza, disfrazada de buenas intenciones, ha tenido en el País, su réplica, la legitimación del terror, la convicción de que todo lo que se había perdido en el tiempo, podía recuperarse y hoy no encontramos ni la harina.
Parece que, a caballo de la venganza y la nostalgia, nos hemos instalado en la política del Apocalipsis, del ellos o nosotros. No sabemos qué hacer con el presente y, al igual que nuestros antepasados, creemos que no hay futuro, que sólo el pasado tiene sentido.
Al jadeo de la venganza y el resentimiento crecieron, alimentadas de la política de la nostalgia. Tenían que cerrar las fronteras de la Ética y la Moral como del entendimiento, volver al pasado, a la época de la colonia, recuperar la era dorada según ellos de Zamora, cuando la sociedad según ellos, era limpia y estable.
Mientras tanto, la Tierra se calienta y los jóvenes en Venezuela sin progreso ni libertad son más y más numerosos, una juventud frustrada que mira al norte y encuentra las puertas cerradas, las almenas repletas de populistas, idiotas convencidos de poder recrear las leyendas de sus héroes
Han creado nuevamente, como fortalecido en los venezolanos, el mito de los EE.UU., los mismos de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, una nación fuerte y virtuosa. Les va a durar muy poco, el paraíso, no les duró mucho. Los vicios de los años sesenta, desataron una guerra cultural. Hay que surfear la ola, acompañar el fin del comunismo político en Venezuela. EE.UU. volvió a ser imprescindible y esta es la América que Trump quiere ahora “volver a hacer grande”. Seamos optimistas y pensemos que al final siempre sale el sol, aún estará todo por hacer, aún necesitaremos unas Naciones Unidas fortalecidas, unos acuerdos comerciales que no excluyan a nadie, un sistema que conjugue igualdad y libertad. Entonces, quién sabe cuándo, podremos hablar de una política de la armonía, tal vez, incluso, de una nueva era.
DC / Dr. Johnny Galue / Abogado, Político / @COOTUR