Llegar a la Presidencia de los Estados Unidos de América no es fácil. Los atributos que se necesitan para desarrollar con tino y éxito esas labores, son muchos y no están escritos. Así, bastantes de ellos, se aprenden en el oficio mismo durante la gestión política de gobierno. Por eso, aun cuando no se crea, la segunda oportunidad es más fácil. Todos los trabajos son grandes y difíciles. Como si fuera poco, los otros países, amigos y enemigos, son sus contrarios e insistimos que nada le perdonan ni por humanidad, ni por generosidad; ni por perdón, ni por sentimientos, y menos, por piedad. Al contrario, los quieren ver fracasados y perdidos. Afortunadamente, hasta ahora, siguen vivos los hijos de Lincoln y Jefferson.
Trump no estuvo perdiendo las elecciones ni antes de la contienda, ni durante la pelea política; tampoco ha tenido problemas graves de actuación. Por contra, va corrigiendo y ganando de acuerdo a la cuestión que se presente y al momento en que se discute y estudie. Es decir, el problema va primero y la solución va después. Lo genial es que parece más una política de Estado meditada y corregida que difiere la solución inmediata como diciendo que nada es fácil en la administración pública. El “Ahora Sí”, el antes “No”, la tesis del Invernadero, El DACA y el caso cubano lo confirman.
En el problema invernadero y glacial, Trump ha dicho que “pagaremos lo que en proporción nos corresponde, pero nada desproporcionado”. Particularmente, no estamos convencidos e identificados con las líneas globales que se están manejando en ese ataque. Por otro lado, Paquistán debe estar claro en su dirección. Trump alega “pagaremos a Paquistán lo que se gane y no lo que se le regala”. En cuanto a Cuba, más claro todavía: “autorizamos los viajes productores de divisas para La Habana. Aceptamos y aprobamos las remesas familiares porque vienen del trabajo de los cubanos pero exigimos del gobierno libertad política, económica y social para la vida del cubano, incluyendo sus derechos a pedir correr las elecciones mensuales, semestrales y anuales que le correspondan a toda entidad cívica y con controles y jueces electorales neutros e imparciales que garanticen resultados honestas e insospechables, porque son derechos humanos universales totalmente exigibles”.
Con Korea del Norte, se ha sido respetuoso y prudente. Como siempre, se asegura que “no hay enemigo chiquito”, por eso se mantiene la prudencia pero no se toleran desmanes ni falta de respeto en su comportamiento y mucho menos, poner en peligro la tranquilidad del mundo.
Con el “Obamacare” se ha jugado la partida. No sabemos que tenga la razón sino, sencillamente, que pelea su uso y sus resultados. En todo caso, como administrador de la nación está en su derecho a discutirlo. De todos modos, va presentando sus alegatos y pruebas sobre lo que plantea en cada ocasión.
Por otro lado, los problemas de inmigración acordados, permitidos y negados vienen con diferencias encontradas y, también, con decisiones, consensuadas o no, que gobierno e inmigrantes pelean por años y siglos entre los que quieren vivir donde hay colegios y trabajos, sumados a los que desean tener posibilidades de trabajar poco y ganar bien para pode ayudar a sus familiares, amigos y adláteres. Pero el mundo tiene que entender que son decisiones del país receptor y eso está dentro de su potestad. Trump, como lo han hecho los presidentes pasados, sin excepción, siendo materia política que produce y/o quita votos, entra en la discusión con su partido por los votos directos y colaterales que proyecta y, como eso tiene que ver mucho con su reelección, debe manejarlo con cuidado. Por otra parte, entran todos los países del mundo porque de todas partes llegan ciudadanos que quieren vivir en Los Estados Unidos y que son indocumentados en Cuba y en el Vaticano.
Trump amarra y suelta la convivencia de amistad y cariño con soviéticos y con Putin. El sabe que en Rusia no hay mucha producción de trigo, mientras el vodka y el gas no se consumen sino se exportan. El esturión no se produce por toneladas y las estaciones heladas se mantienen todo el tiempo. En cambio, los Estados Unidos producen mucho alimento que comer y que vender. Trump sabe que eso constituye materia prima importante y definitiva.
El partido republicano empieza a cuidar el Congreso y a Trump. Tanto, que en nada lo está dejando solo. El Presidente ha aprendido a, más que gestar, gruñir y ha comprobado que “una buena ronca a tiempo es mejor que una trompada bien dada”. El ha entendido, por tenerlo cerca, que en los últimos años la política tiene más de negocios que de política. El no sabe mucho de política pero si sabe de negocios.
DC / Luis Acosta