Se acerca el fin de 2017. Otro año se va, ya sabes, y para muchos nuevamente llega el momento de hacer un balance personal.
Si dejas de lado la situación de tu país o del mundo, ¿podrías decir que, en general, fue un año feliz para ti, con muchas satisfacciones? ¿O fue decepcionante? ¿O te es indiferente?
Sea cual fuere tu respuesta, este tipo de valoraciones suelen involucrar sentimientos humanos, y en el transcurso de la historia la ciencia ha tratado de medirlos de distintas maneras.
Pero ¿lo ha logrado?
Hay quienes aseguran que es imposible ponerles cifras a las emociones, porque son muy complejas, cambiantes y tienen un sinnúmero de matices.
Aún así, varias generaciones de investigadores no han renunciado al intento y se han dedicado a desarrollar instrumentos cada vez más rigurosos para cuantificarlas.
El método más usado ha sido el análisis de encuestas y censos.
Un ejemplo de ello es el famoso Informe Mundial de la Felicidad que desde hace años publica la ONU.
La edición de 2017, que evaluó la situación en 155 países, colocó a Noruega en el tope de la lista global y a Costa Rica a la cabeza de las naciones de América Latina.
Este ranking considera ingreso per cápita, salud y expectativa de vida, grado de libertad y generosidad, y apoyo social en un entorno de mínima corrupción en las instituciones privadas y del gobierno.
Otra famosa —y mucho más ambiciosa— investigación sobre la felicidad proviene de la Universidad de Harvard, en EE.UU.
Se trata del «Estudio sobre desarrollo adulto», que comenzó hace 79 años.
Arrancóen 1938 con 700 hombres jóvenes, a quienes se acompañó a lo largo de su vida monitoreando su estado mental, físico y emocional. El análisis continúa hasta nuestros días con más de 1.000 varones y mujeres, hijos de los participantes originales.
«Hay muchas conclusiones de este trabajo. Pero la fundamental es que lo importante para mantenernos felices y saludables es la calidad de nuestras relaciones«, le dijo a BBC Mundo el director del estudio, el psiquiatra Robert Waldinger, en una entrevista concedida el año pasado.
Si bien estos relevamientos de Harvard y de la ONU resultan interesantes, son insuficientes a los ojos de los científicos que en los últimos años han revolucionado el mundo de las estadísticas. Para ellos, son muy generales, impersonales y poco dinámicos para medir el ánimo de la gente.
Uno de los críticos es el investigador sueco Hans Rosling, profesor del Instituto Karolinska y cofundador de Gapminder, una organización que ha desarrollado herramientas innovadoras para volver más preciso y activo el análisis de datos.
En el documental de la BBC The Joy of Stats («El goce de las estadísticas»), Rosling —quien falleció recientemente— insiste en que los estudios tradicionales sobre comportamiento humano no cuentan toda la verdad: «Se basan en promedios y no reflejan variaciones. Son estáticos y no muestran cambios en tiempo real».
De modo que no son suficientes para cuantificar de manera precisa los sentimientos.
Según Rosling, el análisis estadístico ha experimentado un cambio radical en los últimos tiempos, lo que ha permitido entender mucho mejor el mundo y, en particular, las emociones de sus habitantes.
«Gracias al avance de internet y de la computación, nos hemos vuelto seres digitales», explica. «Esto ha significado un gran salto en la cantidad de información disponible».
«La profusión de datos en la red es abrumadora: equivale a 20 pilas de libros juntas, tan altas y largas que podrían llegar al Sol«.
«Pero, por suerte, las computadoras actuales son capaces de procesar esta superabundancia de información, lo que abre campos de investigación fascinantes que en el pasado no hubiéramos creído posibles».
En efecto: hoy internet y el enorme poder de la informática permiten registrar los cambios de humor de la gente casi al instante.
Y el pionero en esta área de investigación es un científico indio que trabaja en EE.UU.: Sep Kamvar, profesor de Ciencias y Artes Mediáticas del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés).
Desde hace varios años Kamvar «rastrilla» la red en busca de patrones en nuestros pensamientos y sentimientos más profundos. Y creó un programa de visualización de emociones que llamó Madness Movement («Movimiento de locura»).
«Es una representación en tiempo real de los estados de ánimo que losinternautas exteriorizan con palabras en todo el mundo», le explica a la BBC en el documental The Joy of Stats.
«Cada uno de los puntos de colores es un sentimiento individual expresado por alguien en el planeta, por ejemplo en un blog o en un tuit. Cuando haces clic en uno de ellos, se abre una ventana que revela la emoción de esa persona».
Y da ejemplos seleccionando varios puntos al azar: «Así es cómo la gente se siente en este instante: ‘mejor’, ‘segura’, ‘pésimo’, ‘bien’, ‘bella’, ‘especial’, ‘arrepentida’, ‘sola'».
Kamvar explica que su base de datos solo registra las palabras que aparecen en internet precedidas por el verbo «siento», lo que ofrece mucha más información que los estandarizados emoticones.
Y agrega que los términos que más se repiten son «mejor«, «bien«, «mal«, «culpable» y «enfermo«.
¿Felicidad = excitación?
Según Kamvar, el software que desarrolló en el MIT permite analizar estadísticamente cada uno de los sentimientos expresados por los internautas: «Si hay muchas personas que afirman estar felices, podemos echarles una mirada y desglosar los datos por edad, género o localización«.
«Como muchos individuos tienen perfiles públicos en internet, la información está disponible y podemos hacer preguntas como: ¿están los individuos contentos con sus parejas? o ¿están los estadounidenses satisfechos con su país?», completa.
Este tipo de interrogantes ha arrojado resultados sumamente interesantes.
«Descubrimos varios patrones. Por ejemplo, que cada vez más los jóvenesasocian la felicidad con la excitación. Y que, conforme envejecen, los individuos vinculan más la felicidad con la tranquilidad».
Pero eso no es todo.
Kamvar y su equipo del MIT también encontraron que las mujeres se sienten «amadas» con mayor frecuencia que los hombres, pero también más «culpables» que ellos.
Y que los varones se sienten «bien» más a menudo que las mujeres, pero al mismo tiempo más «solos» que ellas.
«A medida que las personas viven sus vidas cada vez más en internet, dejan rastros digitales que permiten medir sus emociones con una precisión nunca antes vista», le dice Kamvar a la BBC.
«Con estos rastros digitales se han abierto enormes posibilidades de analizar estadísticamente lo que significa ser humano en estos tiempos. Pero todavía queda mucho por explorar en este campo de investigaciones».
Consciente de las limitaciones actuales, el MIT lanzó otro proyecto de avanzada para que las computadoras sean capaces de reconocer y medir aún mejor los sentimientos.
Chia Evers, del Media Lab del MIT, le cuenta a BBC Mundo que esta iniciativa intenta superar la brecha que existe entre las emociones y la computación, que hasta ahora ha impedido una compresión más cabal de los estados de ánimo.
La investigación se concentra en la búsqueda de tecnologías que registren mejor las gestos humanos y otras formas de comunicación de los sentimientos.
Pero también en la creación de software que recoja y analice de manera más minuciosa las emociones, además de su impacto en la sociedad, la salud, el aprendizaje, la memoria y el comportamiento.
Claro que todo esto recién empieza.
Así que tú, lector, ya sabes: si quieres hacer un balance de cómo fue tu 2017, quizás debas empezar revisando tu blog o tus perfiles en las redes sociales para ver cómo te sentiste en el transcurso del año.
Y más allá de las conclusiones que saques, no te olvides de desearles un «feliz» 2018 a tus amigos internautas.
BBC