“No sólo somos responsables de nuestras acciones, sino de lo que dejamos de hacer, de lo que no defendemos y de lo que callamos”. Anónimo
Vivimos en un país sumergido en una profunda crisis social, donde la trágica disminución de los valores morales, ha llevado a sus ciudadanos a convivir bajo una indolencia macabra, como si se tratase de un terrorífico drama de infinitos actos escabrosos con usuales escenas decadentes.
Esta realidad me hace sentir como si viviera de manera anacrónica en el viejo oeste, donde prevalecía la ley del más fuerte y más osado.
Hemos llegado al punto de atentar sin remordimiento contra el patrimonio público, nuestros semejantes o algunas empresas privadas, por el simple hecho de defender falsos ideales o salir favorecidos ante una particular jugarreta, obviando por completo el resultado final que, generalmente, termina afectando a un grupo en particular o a la mayor parte de la población.
Con la llegada del nuevo siglo se aprendió a transitar por las calles de la violencia desmedida, llevando consigo el blasón de la irracionalidad ominosa en la perenne lucha del todos contra todos.Y en ese largo peregrinar de situaciones complejas del diario vivir, se hace necesario denunciar cada hecho que violente el bien común, a sabiendas del nulo compromiso o poca comprensión que tengan los gobernantes en cuestión.
Parece inconcebible cómo algunos delincuentes pueden quebrantar de manera inmoral, la memoria de ilustres personajes de la región, decapitando o sustrayendo por completo algunos monumentos, y la fuerza pública nunca se haga presente. Primero fue el caso del bardo Udón Pérez, luego Astolfo Romero y, hoy, le tocó el turno al monumental de la gaita, Ricardo Aguirre.
Aunque algunas personas afirman que la imagen de Aguirre fue descendida para realizarle un proceso de restauración, ningún ente se ha pronunciado al respecto, por lo que se insta al BENEFACTOR a culminar con inmediatez la labor empeñada.
Con base en el falso regionalismo que ufanamos profesar, el gremio cultural debe exigir acciones inmediatas para llevar a cabo una investigación al respecto, como también, para restituir a la mayor brevedad la estatua y bustos de estas figuras de la región.
No podemos convertirnos en cómplices de esa barbarie callando tan graves sucesos. Los cánticos de protesta en la voz de Ricardo retumban nuevamente, para recordarnos que además de derechos, también se tienen deberes y, precisamente, es lo que hoy demandamos a quienes ocupan el tan deseado puesto.
La Grey Zuliana
Extracto
“Madre mía si el gobierno
no ayuda al pueblo zuliano
tendréis que meter la mano
y mandarlos pa’l infierno”
DC / Lcdo. Daniel Hernández Luengo / Coordinador de Historia y Rescate Patrimonial – Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani” / dahlpahg@gmail.com / @danielovtsky