La Constitución de 1999, proyecto propuesto por Hugo Chávez, desde que a mediados de la década del 90, decidió utilizar la vía electoral para hacerse del poder, en virtud de que los intentos de golpes de estado promovidos por él y sus cómplices en el año 1992 fueron derrotados rotundamente por el entonces Presidente de la República Carlos Andrés Pérez, consagra clara y taxativamente, los mecanismos constitucionales para la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente y cuáles son, textualmente los objetivos y razones para dicha convocatoria, que no son otros que transformar el estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución. Desde el 30 de julio del año pasado, cuando Maduro asesorado por la dictadura cubana, decidió instrumentar la EMBOSCADA CONSTITUYENTE, hasta esta fecha, los 545 integrantes de la montonera gubernamental, no han redactado un solo artículo de la nueva constitución ni se han ocupado de cumplir los fines de una verdadera Asamblea de esa naturaleza enumerados anteriormente y sólo se han dedicado a actuar, con el apoyo militar, como instancia suprema de ejecución y aval de todo tipo de tropelías gubernamentales y abusos e invasión de competencias constitucionales del poder legislativo, el cual han reducido a su mínima expresión, al punto que, ninguna de sus decisiones, son consideradas, respetadas y mucho menos acatadas.
Todas las actuaciones de Maduro y el régimen, desde la derrota sufrida el pasado 6 de diciembre de 2015, han sido alevosamente calculadas y además de pisotear y derogar de hecho la constitución “vigente”, usan la mampara constituyente, para cambiar e imponer todo tipo de reglas porque su único objetivo es torcer la voluntad de la mayoría de los ciudadanos; las validaciones traídas de las greñas de los partidos políticos, cuando la Ley que rige la materia establece, que la causal para la invalidación es ausentarse de dos procesos electorales nacionales continuos, eliminándolos sin otra fórmula de juicio que las impuestas por ellos, las condicionadas, extemporáneas y amañadas convocatorias a mataderos electorales realizadas el año pasado, con resultados cantados y producto del chantaje, la intimidación, las inhabilitaciones, las migraciones masivas de votantes, la compra de conciencia y el abuso indiscriminado de poder, que sitúan como ganadores a quienes tienen el rechazo del 80% de la población, la diáspora generada por el hambre, las carencias, la persecución, la violencia y la muerte, que han hecho que cerca de 4 millones de compatriotas huyan a otras latitudes, perdiendo su derecho a participar en cualquier proceso electoral cristalino, forman parte de esto que yo he denominado como un entramado diabólico, que usa la trampa, el supuesto diálogo, la cárcel, el destierro y la muerte como forma de hacer política, mientras canta ante el mundo la democracia, la paz y la libertad, como sus banderas de lucha.
Esa es nuestra dramática realidad, el país y la sociedad estamos secuestrados y cercados por el hampa política organizada y la única manera de poder acercarnos al éxito y liberarnos, es conceptuando con certeza la crisis, para adoptar un camino cierto y de unidad total de criterios y de ruta, que nos permita remar en una sola dirección con destino a la libertad. La comunidad internacional está con nosotros, pero somos los venezolanos quienes debemos dar una señal certera de lucha y resistencia frente a la oscuridad que reina, no es prestándonos a validar la nueva emboscada que está convocando Maduro como vamos a salir de esta desgracia, la lucha es superior, la unidad es superior, el objetivo es superior, porque superior es el compromiso que tenemos que asumir para rescatar y salvar a Venezuela.
“Quienes defienden el derecho a la vida de asesinos, avalan la pena de muerte de ciudadanos inocentes” PSB.
DC / Lic. Pedro Segundo Blanco / Ex parlamentario del estado Sucre / petersecond1@hotmail.com / @pedrosegundoABP