Mujeres, hombres y niños de Ciudad Ojeda, estado Zulia, esperan a los camiones compactadores de desechos que recorren las calles de la ciudad con la esperanza de encontrar algo para alimentarse. En la plaza Bolívar, varias familias aguardan a los camiones compactadores que recogen basura en panaderías, cafeterías y restaurantes cercanos. Esperan a que se estacionen y después las abordan para ver qué encuentran.
María, como quiso identificarse una mujer que aguardaba pacientemente el camión junto a su esposo y un niño de 9 años, comentó que la situación estaba difícil y después que a él lo despidieron de su trabajo como jardinero no había conseguido otra entrada. Ella a veces trabajaba como doméstica, pero le pagaban 30.000 bolívares y se los gastaba en traslados.
“En las ventas de comida dejan la basura dentro del local para que nadie se acerque. Aquí varias personas esperan a que pase el camión los martes y jueves; ahí es cuando los trabajadores sacan la basura”, dijo la mujer.
También comentó que la necesidad la obliga a comer de los desechos, pues no tienen una entrada económica para mantenerse y prefiere eso antes que “que pasar hambre, no saben lo que se siente escuchar a tu hijo pedir comida todas las noches”, detalló María.
La pareja explicó que a diario llegan más para hacer lo mismo que ellos. Los que no tienen recursos para comprar nada ven en eso una solución. El conductor del camión se estaciona y de varios locales van sacando la basura, mientras las personas buscan y se llevan lo que consiguen que pueda servir de sustento.
En el 2017, según un sondeo que realizó el Consejo Municipal de Derecho de los Niños, Niñas y Adolescentes, en Lagunillas había aumentado alrededor de 40 % la cantidad de personas en situación vulnerable. La mayoría residía en sectores populares.
DC | El Pitazo