Recientemente leía un artículo del periodista español, Francisco Rubiales, titulado “Políticos estafadores de España”, crudas verdades que suscribo, ya que se ajustan a la realidad que atravesamos en Venezuela con nuestra clase política, tanto del gobierno, como de la oposición, sobre todo cuando afirma que los ciudadanos, en democracia eligen a sus gobernantes para que solucionen los problemas y trabajen para el bien común y una vez designados por el voto, rara vez solucionan los problemas existentes y sus principales esfuerzos se orientan a conservar el poder y fortalecer el partido al que pertenecen, contraviniendo el principio universal de que los ciudadanos, en democracia, tienen derecho no sólo a ser bien gobernados, sino a sentir también satisfacción ante las acciones del gobierno.
Plantea Rubiales, que los políticos han estafado a los ciudadanos, han hecho gobernando mal, incumpliendo sus promesas, mintiendo y violando reiteradamente la Constitución y la democracia, pero de todas las estafas políticas padecidas por el pueblo, la de la representación es la mayor de todas. “Los que elegimos en las urnas como representantes no representan realmente a los ciudadanos sino a sus propios partidos, sólo rinden cuentas a sus propios partidos y ni siquiera conocen a los ciudadanos y ciudades a las que dicen representan”, considerando que sin representación, no hay democracia, la democracia es un fracaso ya que los políticos interpretan la política de forma antidemocrática y torticera el concepto de representación.
Para Rubiales, los representantes elegidos solo dependen de las élites de sus respectivos partidos, nunca del ciudadano, al que desconocen y cuyos intereses rara vez defienden; afirma a la vez que los políticos ejercen la política como déspotas, como si hubieran recibido de los ciudadanos, al ser elegidos, un cheque en blanco, una especie de patente de corso que les permite todo, cuando la realidad, en Democracia, es que solo han recibido el mandato de gobernar y solucionar los problemas que afectan a los ciudadanos y a la nación.
Considera, el autor que los gobiernos se comportan como dictaduras camufladas de partidos políticos que, tras ganar las elecciones y gobernar, no sólo no han logrado solucionar los grandes problemas de la ciudadanía, sino que los han empeorado, además de crear, con su ineptitud y mal gobierno, otros nuevos, lo que significa, en términos democráticos, una violación clara del mandato popular, todo un fracaso político de grandes proporciones que, además, puede interpretarse como una estafa, ya que no han cumplido lo que prometieron a los ciudadanos durante la campaña electoral y lo que es lícito esperar de los que gobiernan en democracia.
Según, Rubiales la políticos han sido un fracaso y una estafa a la ciudadanía, sin embargo permanecen impunes porque los administradores no asumen su fracaso y han creado un sistema injusto y arbitrario que les permite mantenerse en el poder y seguir gozando de sus muchos privilegios a pesar de gobernar mal, fracasar e incumplir sus compromisos con la ciudadanía. “En una democracia auténtica, los fracasados deberían dimitir o ser expulsados de lo público, pero eso no funciona y los fracasados y corruptos consiguen atrincherarse en el poder”.
Desde la perspectiva de Rubiales, la clase política no ha entendido que lo que reciben en las urnas es el mandato provisional de gobernar bien, con eficacia y decencia. Si no lo hacen, si incumplen sus promesas electorales y si gobiernan de manera corrupta y perjudicial para la nación, pierden la confianza y el favor popular, quedando obligados a dimitir y, si no lo hacen, merecen ser expulsados del poder, aunque hayan sido elegidos en las urnas.
Finalmente, afirma Rubiales, que el fracaso de los políticos es aterrador, han destruido los valores, empobrecido y destrozado el país, llenado la sociedad de desempleados y nuevos pobres, han prostituido la democracia, construido un Estado obeso e incosteable, con cientos de miles de políticos viviendo de la política, han sembrado la tristeza y desesperación de los ciudadanos, logrando que los mismo odien a los políticos por su corrupción, abuso de poder y otras muchas fechorías y canalladas, todas ellas protagonizadas por una de las clases políticas más ineptas y degradadas del planeta.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia