Un paciente irlandés de 84 años sorprendió a sus médicos con la insólita patología que presentaba su cerebro: una cavidad con aire comprimido había desplazado gran parte de su lóbulo frontal derecho. El neurólogo Finlay Brown le diagnosticó el año pasado un vacío no asociado con ningún traumatismo previo.
Según recoge un artículo de BMJ Case Reports publicado el 27 de febrero pasado, el anciano estaba aquejado por problemas de mala coordinación, con tropezones espontáneos y caídas repetidas. Además, días antes de su visita al médico sintió laxa la parte izquierda de su cuerpo, mientras que el habla y la visión estaban en normalidad.
La sospecha de un ictus obligó a los médicos a practicarle la tomografía, que reveló esa cavidad con dimensiones de hasta 9 centímetros. El neurólogo supuso que el paciente había sido intervenido en el cráneo en la juventud, pero este tenía en su historial solo un pólipo nasal extirpado y también una meningitis sufrida hace unos 25 años.
Finalmente, el acceso de aire comprimido al cerebro fue atribuido a un pequeño tumor benigno (osteoma) en el hueso etmoides, que separa las fosas nasales de la cavidad craneal. La erosión que generó incluía un poro con efectos de válvula: el aire solo podía entrar, pero no escapar.
El caso es extraordinario porque un informe anterior sobre cavidades craneales con aire comprimido relacionó el 100% de la incidencia con distintos traumas cerebrales o consecuencias de alguna neurocirugía.
El paciente en este caso tuvo una larga estadía en el hospital, recibió rehabilitación, pero rechazó la intervención quirúrgica ofrecida y fue dado de alta con cierta mejora. Conserva de esta manera el vacío en sus sesos, y debe observar algunas indicaciones para prevenir un derrame cerebral.
DC | RT