De puertas hacia afuera, el éxodo de miles de sus ciudadanos a diversos países de la región asoma como uno de los problemas más visibles y graves de Venezuela.
De puertas hacia adentro, hay un drama igual o más apremiante: el de los presos políticos del régimen de Nicolás Maduro.
Según la ONG Foro Penal, el primer trimestre de este año se ha cerrado con 244 presos políticos, aunque dirigentes opositores han denunciado que la lista llega a poco más de 400.
Entre los prisioneros hay 93 militares, 12 policías, 25 políticos y 24 estudiantes, siendo todos los demás miembros de la sociedad civil.
Involucrada en las actividades de la ONG Estudiantes por la Libertad, Antonieta Jurado –esposa del presidente editor de El Nacional, el único medio impreso opositor que le queda a Venezuela– estuvo la semana pasada en Lima para llamar la atención sobre estos hombres y mujeres privados de su libertad.
-¿Cuál es la labor a la que está abocada usted?
En Venezuela hay muchos grupos de abogados que ayudan de manera gratuita a los presos políticos. Mi misión es juntar, reunir y supervisar este apoyo legal. En particular, también estar en contacto con los muchachos estudiantes retenidos y ver por su subsistencia en las cárceles. Si en la calle no hay comida, imagínese en una prisión.
– ¿Ha mejorado la situación para los presos políticos en los últimos meses?
No lo creo. En cuanto al nú- mero, pues salen 5 de prisión pero entran 10. En cuanto a los estudiantes, ellos están en el Sebin [Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional]. Viven hacinados, a veces no cuentan con agua ni luz por varios días y eventualmente son torturados.
-¿El gobierno ha respondido o mejorado las condiciones carcelarias?
Cada día el régimen pierde más la forma, ya ni siquiera le interesa la apariencia. No le importa que lo califiquen de dictadura o que se diga que no hay justicia ni audiencias para los presos. Hace poco se llevaron presa a una jueza. El mensaje es para todo el sistema judicial: si van contra el gobierno, ese es su destino.
– ¿Qué caso especialmente grave han tenido que ver?
Además del caso de Villca Fernández (ver nota adjunta), recuerdo con dolor el caso de Inesita, una muchacha que estuvo tres años presa por un tuit contra el régimen [Jurado hace alusión a Inés González Árraga, que en octubre del 2014 fue condenada a tres años de cárcel por “instigación pública, ultraje a funcionario público y ultraje violento”].
-¿Usted siente que la comunidad internacional ha hecho lo suficiente?
Con mucho ánimo le digo que no voy a mirar el pasado. Noto cada día más pronunciamientos, entre ellos el de Juan Manuel Santos, el trabajo que viene haciendo Luis Almagro en la OEA.
– ¿Siendo la esposa de Miguel Henrique Otero, cómo es la vida de ustedes desde que su marido vive fuera del país por el peligro de ser arrestado apenas vuelva?
Mi vida en una maleta, así llamo yo a lo que estamos pasando, todas las semanas haciendo maletas y mudándonos de un hotel a otro. Estoy orgullosa de que Miguel siga en la lucha por la libertad de expresión y denuncie al mundo lo que ocurre en Venezuela. Siento satisfacción cuando un Estado foráneo dice que lo que hay en Venezuela es una dictadura. Estoy desarraigada físicamente, pero llevo a Venezuela en la maleta y en el corazón
-¿Y cómo se mantiene con vida El Nacional?
Pues todo es muy difícil. El periódico tenía hasta 5 cuerpos y ahora es así de flaco [junta los dedos hasta casi unirlos], igual de flaco que la gente por falta de comida. Seguimos circulando a diario a pesar de que no hay publicidad y de que nuestros periodistas tienen docenas de juicios encima. Hemos sido muy estratégicos con el papel, en una primera etapa recibimos donaciones como la de El Comercio, ahora dosificamos las páginas. La versión digital y las redes son muy importantes. Estamos en estado de sobrevivencia.
-¿En algún momento de la lucha por los presos políticos y por la democracia ha sentido que todo se venía abajo?
Sinceramente, sí. Cuando se enfrió la calle fue un momento duro, es que sentía que estábamos a punto de llegar a la meta. También me he frustrado cuando me hago esperanzas de que a Villca y a otros los van a trasladar o liberar, y no lo hacen. Lo mismo cuando tras una falsa reunión con Rodríguez Zapatero [ex presidente del Gobierno Español] en Santo Domingo dijeron que iban a soltar a los presos políticos y solo fue un puñado.
-¿Y en el ambiente actual cómo hace ahora para no perder la esperanza?
Pues seguimos recorriendo el continente. Le pido a la sociedad civil que no olvide a esos muchachos presos que han luchado por la democracia. La indiferencia es un crimen, hay que apoyar a estos estudiantes hasta el final, hasta verlos libres.
DC / El Nacional