El 2 de febrero de 1989 y bajo una gran expectativa nacional, asumió por segunda vez la Presidencia de la República el Presidente Carlos Andrés Pérez, la realidad encontrada producto de la política de subsidios a las industrias fundamentales por los gobiernos anteriores y a la sistemática y sostenida caída de los precios petroleros, única fuente de financiamiento del presupuesto nacional, reflejaba un desbalance externo expresado en el déficit en la balanza de pagos y un pernicioso agotamiento de las reservas internacionales que situaban las operativas en apenas 300 millones de dólares, lo que hacía prácticamente imposible el funcionamiento del estado y hasta el pago de la nómina pública.
Frente a ese difícil cuadro, el inaugurado Presidente acompañado de venezolanos prominentes y expertos en materia económica, procedieron a presentar y aplicar lo que se conoció como El Gran Viraje y el Programa de Ajustes Macroeconómicos, que no era otra cosa que poner en práctica un proceso de reformas, que incluían una reforma fiscal para disminuir el tamaño del estado y diversificar la obtención de ingresos, una reforma tributaria con base en un 5% del impuesto al valor agregado, el incremento de 25 céntimos el precio del litro de gasolina, una reforma financiera para fortalecer la autonomía del Banco Central y modernizar el sistema bancario, un plan de financiamiento externo, partiendo del refinanciamiento de la deuda externa, para desarrollar inversiones en el sector petrolero y no petrolero especialmente en infraestructura, salud y educación, un agresivo programa de privatizaciones de empresas del estado y la puesta en práctica del proceso de descentralización y transferencia de competencias a las regiones y los municipios.
Vale resaltar, que a pesar de la honda crisis económica que vivió el País y la carencia de recursos en ese complicado trance, porque la única fuente de financiamiento, la petrolera, estaba en franco descenso, en Venezuela no proliferó la desproporcionada escasez de alimentos, medicinas, repuestos, los bienes y servicios necesarios para el desenvolvimiento de la sociedad, ni mucho menos se instauraron las mafias y los bachaqueros, que bajo la sombra y protección del estado, disparan a precios inalcanzables los productos de primera necesidad, lo que ha derivado irremediablemente en las infernales colas, que son el día a día de los venezolanos hoy, para tratar de subsistir.
Si en aquel crucial momento de la vida nacional, fue imperativa la aplicación de ese programa de ajustes para evitar el caos y el colapso de la República, que además costó mucho sacrificio al pueblo de Venezuela, no tengo la menor duda que después de 20 años de populismo exacerbado, desequilibrios macroeconómicos y distorsiones de la economía, que han servido para volver a enfermar crónicamente el sistema económico de la nación, porque además han destruido el aparato productivo, pulverizado el Bolívar, desinstitucionalizado el país y quebrado la confianza internacional, se hace cada día más urgente la salida e inmediata sustitución del régimen de Nicolás Maduro, única posibilidad que tiene la nación, de iniciar un GRAN VIRAJE II que conduzca a un proceso de reconstrucción y reinstitucionalización, basado en un programa similar al puesto en práctica a partir de 1989, pero que para desgracia del país, fue saboteado por algunos dirigentes políticos, empresariales y militares resentidos, que prefirieron apostar al odio y al resentimiento contra el Presidente Pérez, a sabiendas que se estaban llevando por delante la Democracia. No es con más populismo, con bonos en dólares inexistentes ni con la ilusa dolarización, como sacaremos a Venezuela de esta desgracia.
“Quienes defienden el derecho a la vida de asesinos, avalan la pena de muerte de ciudadanos inocentes”
DC / Lic. Pedro Segundo Blanco / Ex parlamentario del estado Sucre / petersecond1@hotmail.com / @pedrosegundoABP