Hoy se sabe que el envejecimiento está directamente relacionado con los procesos de oxidación molecular producidos por los radicales libres: átomos o moléculas altamente reactivas que atacan a los tejidos.
Pero, ¿podemos retrasar este proceso? La respuesta es sí. La clave está en la adopción de una serie de hábitos de vida saludables -como la dieta, el ejercicio y los cuidados estéticos- que contribuyan a reducir la producción de los radicales libres y, por lo tanto, a lucir más jóvenes.
En cuanto a la alimentación, estas son los hábitos que conviene incorporar.
– Una de las pautas principales está en comer poco pero bien y reducir la ingesta de calorías. Esto fue comprobado por la población asiática.
– Tomar abundante cantidad de agua. Esto ayudará a proporcionar energía celular y favorecer la reconstrucción molecular.
– Limitar el consumo de harinas refinadas, como productos de panadería, pan, galletitas o snacks.
– Reducir la ingesta de calorías, algo que está demostrado por la población asiática.
– Controlar el consumo de grasas y proteínas. Las legumbres, por ejemplo, son una magnífica fuente de proteínas saludables. También es importante consumir carnes magras, huevo, clara de huevo y quesos descremados, que aportan proteínas de buena calidad.
Los principales nutrientes anti- aging
– Vitaminas. Son los compuestos antioxidantes por excelencia. Es importante reforzar el consumo de vitaminas A (presente en el pescado azul, la leche, las frutas y vegetales anaranjados), C (contenida en cítricos y vegetales) y E (en el aceite de oliva y girasol, frutos secos, trigo, maíz, melón).
– Minerales. Especialmente, el zinc y el selenio (las principales fuentes son las carnes, mariscos, leche, cereales integrales y verduras).
– Flavonoides. No son más que los colorantes de los vegetales, presentes en las más vistosas frutas y verduras. Los podemos encontrar en el té verde, el chocolate (mejor cuanto más porcentaje de cacao tenga), el vino, las verduras y frutas rojizas (como los frutos del bosque, fresas y la remolacha).
– Betacarotenos. Se encuentran en frutas y verduras de color rojo y naranja (como la zanahoria). Ayudan a luchar contra el envejecimiento, mediante el aumento de la producción de colágeno, que mantiene la piel firme.
– Omega 3. Se trata de un ácido graso que nos ayuda a humectar la piel seca y prevenir las arrugas. Estos alimentos, además, reducen significativamente la inflamación y otras respuestas inmunológicas a los rayos solares que degradan el colágeno de nuestra piel. Los pescados azueles, como el atún y el salmón, son buenas fuentes de este elemento.
– Calcio. Presente especialmente en los lácteos. Contribuye a fortalecer los huesos y a reducir las posibilidades de osteoporosis. Además, el yogur, al tener “bacterias de las buenas”, equilibra el sistema digestivo, disminuyendo el riesgo de cualquier complicación o enfermedad intestinal.
DC / DERF