El laboratorio espacial chino Tiangong-1 entró en la atmósfera terrestre en la madrugada de este lunes y se desintegró casi por completo cuando sobrevolaba el centro de Pacífico Sur, lejos de cualquier área habitada, con lo que no causó los daños que muchos habitantes de la Tierra temían.
Tiangong-1 (“Palacio Celestial” en mandarín) entró en la atmósfera a las 00.15 GMT y trazó en su caída una ruta noreste-suroeste en la que llegó a sobrevolar zonas pobladas de Argentina y Chile.
De acuerdo con la Oficina de Viajes Espaciales Tripulados de China, la mayor parte de su estructura se destruyó durante el proceso de entrada en la atmósfera por la fricción a alta velocidad, aunque algún resto pudo caer sobre las aguas del océano Pacífico.
Según los expertos, este tipo de chatarra espacial comienza a quemarse a 100 kilómetros de altura sobre el planeta (primero piezas más pequeñas tales como antenas o paneles solares) y el principal cuerpo de su estructura lo hace a unos 80 kilómetros.
Tiangong-1 dejó de estar operativa el 16 de marzo de 2016 y orbitaba sin control alrededor de la Tierra. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino señaló por su parte en su rueda de prensa diaria que no tenían constancia de que la operación de reingreso hubiera causado daños.
La caída de la nave había generado cierta incertidumbre cuando instituciones como la Agencia Espacial Europea advirtieron de su estado sin control y calcularon una amplia zona de posible impacto entre los paralelos 43 norte y 43 sur.
DC | Agencias