Mohamed Salah. Otra vez. Como las más de cuarenta durante esta temporada. En total, 43 goles para el egipcio. Los dos últimos fueron una maravilla y, acompañados de dos asistencias más, tumbaron a la Roma (5-2). No había nada que hacer contra la bestia del momento. No había antídoto contra el atacante del Liverpool. Salah ganó el partido en la primera mitad, lo remató en la segunda a pesar del arreón final de los italianos, y se citó con su ex equipo en el Olímpico de Roma, el único escollo que le falta a los de Klopp para alcanzar la final de la Champions League casi una década después de la última vez.
Klopp no movió ni una pieza con respecto a la alineación que tumbó al Manchester City en la ida. El once de gala para una noche de gala. Como siempre, encabezados por el tridente que hace soñar a los ‘reds’ antes de cada partido: Mané, Firmino y Salah, recién nombrado mejor futbolista de la Premier League. De los últimos 10 partidos de la Champions, el Liverpool había acabado con la portería a cero en seis de ellos. Por su parte, la Roma utilizó una defensa de tres centrales y con Dzeko y Cengiz Ünder como principales referencias ofensivas.
«Van a utilizar el mismo sistema con el jugaron frente al Barcelona… ¡Así que es un honor!», recalcó Klopp justo antes de empezar. Y aunque el inicio de la Romafue tranquilo y controlador, antes de la media hora ya había apretado Anfield. Lo hizo tras un disparo de Kolarov que por poco se le cuela a Karius.
Avisó Mané con dos ocasiones muy claras falladas. El Liverpool se había echado arriba. Y no había freno posible. Todos los balones buscaban las espaldas de Fazio, Juan Jesús y Manolas. Con Firmino como guía, excelso en todas sus elecciones, el trabajo de Salah fue meterla dentro.
Y en esta temporada hay pocos especialistas como el egipcio en el arte de meter goles. O ninguno. El primero lo puso en la escuadra, el único lugar de la portería al que Allison no podría llegar.
El segundo, poco después, picando el balón por encima del portero brasileño tras una magnífica asistencia de Firmino. Hubo incluso tiempo para que Lovrenestrellara un cabezazo en el palo y a Mané le anularan un gol en fuera de juego.
Pero el daño ya estaba hecho. La Roma había sucumbido en Anfield y solo era el descanso. Sin embargo, el partido no había acabado.
Salah se encargó de seguir haciendo daño y tras el paso por vestuarios decidió redondear su actuación no haciéndose más grande, que también, sino engrandeciendo a los suyos.
Regaló dos goles a Mané y Firmino de forma consecutiva. Los dos a puerta vacía. El 3-0 y el 4-0. Porque el quinto llegó a la salida de un córner y también lo metió Firmino, pero de cabeza.
En el tramo final, entre cambio y cambio y con Salah en el banquillo, despedido con Anfield en pie, Dzeko marcó el 5-1. Como si el adiós del egipcio fuera una señal.
Y sin embargo no fue el último gol. Hubo otro penalti. Mano de Milner. Y Perottihizo el 5-2 que lima las distancias y que le entrega una cuota de esperanza a la Roma. No por lo que pueden llegar a hacer, muy difícil, sino por lo que ya hicieron hace unos días.
DC / Marca