El Presidente del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, Ramón Guillermo Aveledo, afirmó que el estado de derecho y las democracias modernas exigen que el poder esté sometido al derecho, y que el pluralismo sea el eje de las discusiones colectivas.
Aveledo participó con un grupo de jóvenes, en un conversatorio sobre “Parlamento y Estado Democrático”, encuentro propiciado por la Escuela de Formación Integral de la Asamblea Nacional (EFIAN).
Durante su exposición recordó que en una democracia no hay gobernabilidad sin parlamento, ya que la democracia es el reconocimiento del pluralismo, de la diversidad de la sociedad.
El catedrático precisó que el estado de derecho y la democracia moderna exigen que el poder esté sometido al derecho, y que el pluralismo sea el eje de las discusiones colectivas.
“Una de las formas de control que ha desarrollado la doctrina es el así denominado control parlamentario o control político. Dicha forma de control sería, de manera sencilla y concreta, aquél que ejerce el poder legislativo sobre el poder ejecutivo”.
Asimismo, considera que el reconocimiento de la democracia supone, a su juicio, que así como hay un órgano que gobierna y uno que juzga, tiene que haber uno donde se vea reflejada esa diversidad social, esa pluralidad. “Las sociedades democráticas, no son de una sola opinión, son de múltiples opiniones y requieren de muchos intereses”, precisó Aveledo.
Aseguró que el diseño institucional de la democracia exige que haya o exista un parlamento, el cual es el dispositivo inventado por los teóricos políticos para reflejar un mapa de lo más representativo de la sociedad en su conjunto.
Por lo que estimó necesario que quienes ejercen el poder deben tener presente tal consideración al igual que los miembros del Parlamento, “Su utilidad deriva de su legitimidad, de la vinculación que tienen que tener permanente con la sociedad que los pone allí, para que ellos reflejen esas distintas opiniones”, dijo Aveledo.
En su disertación recordó que en la Roma antigua se decía que no importaba que la mujer del César fuese honesta si no lo parecía. Hoy, si se proclaman valores universales como la justicia, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la inclusión y la tolerancia y, en la práctica, se actúa de manera contraria a esos valores, la reacción de los integrantes de la sociedad no tarda en manifestar su repudio por el engaño.
Por último dijo que es necesario recuperar los principios de la ética, fundamental para lograr la mayor felicidad posible de todos los miembros de la sociedad, asevero elpresidente del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro.
DC / AN