El acelerador de partículas japonés SuperKEKB, que arrancó su actividad a finales de abril, permitirá estudiar las partículas a un nivel hasta ahora imposible de imaginar y «abordar los nuevos misterios de las leyes de la física», explica a Sputnik Konstantín Belotski, profesor de la Universidad de Investigaciones Nucleares de Rusia (MEPhI).
«Resulta increíble que ahora sea posible estudiar las partículas a un nivel tecnológico tan elevado porque controlarlas es muy difícil. Podemos ajustar la velocidad del aparato, pero no controlamos las moléculas ni la velocidad que alcanzan dentro de la máquina […] Sin embargo, el colisionador japonés SuperKEKB nos permitirá observar y estudiar todos esos procesos con más detalle, así como abordar los nuevos misterios de las leyes de la física», explica Belotski a Sputnik.
Entre los principales objetivos de SuperKEKB está el de encontrar nuevas partículas y entender por qué la materia predomina sobre la antimateria en el universo, un detalle del que ya se percataron lo estadounidenses James Watson Cronin y Val Logsdon Fitch y que les valió el Nobel de Física en 1980. Belotski destaca lo relevante que resulta este momento para la ciencia.
«Sabemos que la simetría es una de las leyes de la naturaleza, pero esa ley se rompió y, quizás, eso jugó un papel decisivo en la creación del universo», añade, y explica que, según los cálculos, la cantidad de materia y de antimateria tendría que ser la misma pero, de ser así, «entonces se neutralizarían la una a la otra y solo habría fotones en el universo». Además de fotones hay materia y por esto hay estrellas, planetas y vida.
Del misterio de por qué se dio esa diferencia entre materia y antimateria se hará cargo el colisionador, que, a diferencia del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN de Ginebra (Suiza), está diseñado para alcanzar una mayor luminosidad. Eso permitirá que las colisiones potenciales por unidad de superficie en un determinado periodo de tiempo sean mayores.
El proyecto ha sido posible gracias a la colaboración de más de 600 investigadores de 23 países, entre los que se encuentran científicos rusos del Instituto de Física Nuclear de Novosibirsk.
DC / Sputnik