Cada mañana Joana Pastrana (12-1, 4 KO) apaga su despertador y mira al calendario. En él va tachando los días que le quedan para su asalto al campeonato del mundo del peso mínimo por la Federación Internacional de Boxeo (FIB). Todavía le quedan 29 cruces (peleará el 22 de junio en Alcobendas) para llegar a la fecha que tanto espera. La preparación está en su momento más intenso, pero no le importa, es feliz. “Dejé todo hace dos años para ser campeona del mundo y ahora mi sueño está muy cerca. Cada día me levanto y visualizo el cinturón. No importa lo duro que está siendo, lo merece”, asegura.
A sus 27 años, Joana Pastrana está centrada sólo en el boxeo, su órdago le salió bien. Tras disputar su segunda pelea profesional habló con su manager, Álvaro Gil Casares, sobre su futuro. “Él me dijo que el objetivo tenía que ser el Mundial, yo ni pensaba en eso… pero al día siguiente fui a mi trabajo (de camarera) y les dije que me iba. Esa conversación me hizo darme cuenta de mi potencial real y aposté todo el boxeo. Sabía que tenía muchos factores en mi contra, pero no hay nada imposible con trabajo, y a eso me he dedicado este tiempo”.
El camino ha sido complicado. Era la única púgil en su categoría en España, por lo que los entrenamientos los hace con hombres y en su mayoría de mayor peso. “Desespera un poco en ese momento. Yo les pego con todo y ellos ni lo sienten, pero luego lo pienso y se que esa exigencia me da un plus”, reconoce. Pastrana pega duro y en septiembre de 2017 lo demostró. Noqueó en el tercer asalto a la húngara Judit Hachbold para ganar el Europeo por segunda vez. La imagen dio la vuelta al mundo y la española se convirtió en la más temida de su categoría. Tanto, que la campeona a la que debía enfrentarse prefirió perder su cinturón a cruzarse con ella. No es una excepción, la alemana Tina Rupprecht también la rehuye. Es su única derrota, pero Pastrana peleó ocho rounds con una mano rota. “Ahora estoy centrada en Oezlem Sahin (su rival por el Mundial), pero sabe que tenemos una cuenta pendiente”.
Pastrana tiene hambre de gloria. “Llevo siete meses esperando esta pelea. ¡No veo el momento de que suene la campana!”, admite. Su equipo también. Ella lo dejó todo por el boxeo y su entrenador, Nicolás González, ha decidido aparcar su carrera durante estos meses para centrarse sólo en Joana. “La unión del equipo es clave. Formamos una piña. El trabajo es de todos. El éxito, también lo será”, concluye la española. De camarera a campeona mundial, sólo 29 días para ratificarlo.
DC / As