El imaginario popular cree que el mayor culpable de la ingesta de sodio proviene del salero, pero la realidad es que solo aporta un pequeño porcentaje (aproximadamente el 25%). El mayor porcentaje proviene de los alimentos que consumimos a diario, muchas veces siendo conscientes de que presentan alto contenido de sodio, pero en otros muchos casos provienen de la SAL que NO VEMOS.
Pero, cuál es el impacto de su consumo en la salud en general, y en la del corazón en particular. No hay dudas de que su excesiva ingesta (en particular el sodio que la sal contiene) es el principal factor de riesgo de contraer hipertensión arterial, una de las enfermedades con mayor incidencia en la población.
Por eso, es imprescindible identificar los alimentos que presentan alto contenido de sodio. En este grupo se encuentran los embutidos, los snacks, el maní con sal, las aceitunas, quesos duros, entre otros. Ellos son los que habitualmente elimina de su dieta un paciente hipertenso, si bien ésta es una creencia errada ya que una dieta baja en sodio (entre 2 a 5 gramos de sodio) ha demostrado ser beneficiosa tanto en personas cuya presión arterial se encuentra dentro de los límites normales como en los hipertensos.
¿Y la sal que no vemos dónde se encuentra? La mayor cantidad de sodio oculto lo encontramos en los panificados. Dentro de este grupo incluimos al pan y todos aquellos productos elaborados con harinas leudantes (galletitas dulces y saladas, medialunas y facturas, tortas, pizzas, entre otros). En el caso de los panes de salvado, panes negros o con semillas, si bien contienen mayor cantidad de fibras, y esto es beneficioso para la salud, presentan igual cantidad de sodio que el resto. La alternativa a ellos es el pan sin sal; en caso de comprarlo envasado la etiqueta debe tener la leyenda que confirme que efectivamente fue realizado sin sal.
A esta altura, ¿cómo podemos lograr una dieta baja en sodio? Las legumbres, verduras, frutas, variedad de carnes y pescados, son alguno de los alimentos que no solo son bajos en sodio sino que también aportan muchos otros nutrientes que benefician al organismo.
Así lo detalla con claridad el Dr. Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) en este video donde explica la cantidad de sal que los argentinos consumimos a diario y lo que, en verdad, deberíamos consumir (según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud): https://youtu.be/2F4662LKhCo. “Disminuir el consumo de sal, así como realizar actividad física y una consulta médica, son fundamentales para el tratamiento y prevención de la hipertensión arterial, el factor de riesgo cardiovascular más importante para el desarrollo de un ataque cerebral o de un infarto agudo de miocardio”, aseguró Tartaglione.
Por eso, y teniendo más clara toda esta información muchas veces confusa, desde la Fundación Cardiológica Argentina motivamos la toma de conciencia sobre el impacto que tiene el consumo de sal en nuestra salud. Estamos convencidos que llevar adelante una alimentación baja en sodio es una de las alternativas más sencillas y exitosas para reducir el riesgo cardiovascular global, y sobre todo el riesgo de presentar hipertensión arterial. Empezar por casa y transmitir este hábito a nuestros hijos es la manera más efectiva de hacer una sociedad cada vez más saludable y un mundo con corazones más sanos.
Multiplicar este mensaje y sensibilizar a la comunidad es un desafío que también asumió la Revolución Saludable, movimiento que lidera Tartaglione, el cual a través de sus redes sociales lanzó la campaña “reducí tu consumo de sal en 28 días” para potenciar la difusión de hábitos saludables que mejoren el bienestar de las personas. En este sentido, la Dra. Fiorella Tartaglione, vocera de la iniciativa y miembro de la FCA, aseguró que “transmitir mensajes a la población que se traduzcan en acciones concretas es la forma más efectiva para lograr revertir el impacto de la hipertensión arterial”. Invitamos a toda la comunidad a sumarse a este pequeño gran cambio, que hoy mismo podemos empezar a dar, a través de nuestras redes sociales”.
Por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), con el asesoramiento del Dr. Miguel Schiavone, médico cardiólogo (MN 122.283), y la Dra. Fiorella Tartaglione, médica cardióloga (MN 144.259), miembros de la FCA; y el Dr. Jorge Tartaglione, médico cardiólogo (MN 67.502), presidente de la FCA.
DC / Sputnik