Tomando lectura, a un artículo de opinión de mi paisano Oswaldo Álvarez Paz, se me vino a la mente la expresión, El “si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer” no funciona. No funciona porque, en primer lugar, eso te obliga a vivir según unas reglas y a no salirte de ellas so pena de ser automáticamente convertido en sospechoso. A lo largo de la historia la sociedad ha estado siempre en permanente transformación. Pero los cambios sufridos en estos veinte años, han sido, profundos y sobre todo rápidos, muy rápidos. Tanto, que los soportes sobre los que se asentaban se están tambaleando. Vivimos, sin duda, una crisis de valores que genera una crisis social.
No obstante, la mayoría de la gente entiende por «crisis de valores» la ausencia de éstos; pero la situación actual no responde exactamente a su desaparición. Realmente lo que está ocurriendo es mucho peor. Los valores se están transformando y se están cambiando unos por otros debido a las modificaciones que se están produciendo en la forma de relacionarse las personas. Los valores tradicionales están siendo sustituidos en la mayoría de las sociedades por otros basados en el individualismo, dejando a un lado el valor del ser humano y ofreciendo un ambiente altamente nocivo para cultivarlo.
Así las relaciones interpersonales se vuelven superficiales sin implicar ningún tipo de compromiso, generando conductas antisociales basadas en una total ausencia de moral y en algunos casos incluso podríamos hablar de doble moral. Están cambiando todas nuestras referencias morales, incluso el valor de las consecuencias de nuestros actos, alcanzando la altitud del “nada importa excepto yo”. Y en una sociedad dividida, atomizada y sin cohesión entre sus miembros, en la que prevalece el individualismo, la competitividad y el todo vale, está claro hacia donde se inclina la balanza. Se transmite una concepción de progreso equivalente a la destrucción de todo lo pasado.
La amistad basada en la lealtad y el honor, se está transformando en amistad por interés. El respeto, la tolerancia y la generosidad hacia los demás es algo que cada vez queda más lejano. Y la solidaridad se canaliza a través de organizaciones no gubernamentales, muchas de dudosa reputación y algunas incluso protagonistas de escándalos.
Todo esto, agravado por una pasividad social pasmosa incrementada por el adoctrinamiento permanente a través de los medios sociales que pretenden imponer un pensamiento único relacionado con los “nuevos valores”, hace que nos estemos convirtiendo en una sociedad vulgarizada, conformista y fácil de manipular.
En cuanto a los Dirigentes, sólo les preocupa su bienestar y al mismo tiempo es insolidario con las causas de ese bienestar. Como resultado cree que con lo que saben ya tiene más que suficiente y no tiene la más mínima curiosidad por saber más.
De seguir las cosas, en este sentido, nos aproximamos a un triste futuro que ya vaticinaba Aldous Huxley en su libro “Un mundo feliz”, en el que triunfan los dioses del consumo y la comodidad y donde se han sacrificado valores humanos esenciales. Queda la esperanza y la confianza en el ser humano, en su capacidad y en el uso de su libre albedrío. Pero cualquier paso que haya que dar en la recuperación de los valores morales habrá de hacerse desde la libertad a la cual sólo llegaremos a través del conocimiento. Sólo así podremos cambiar la estructura social impuesta y hacer un mundo más justo en el que el poder se diluya y los Estados cumplan con su única función de administrar con transparencia la sociedad que los designa. Confiemos en el ser humano, salgamos de nuestro interior y comencemos por tratar a los demás como si fuéramos nosotros mismos
DC / Dr. Johnny Galue / Abogado, Político / @COOTUR