La actividad interna y superficial del volcán Sierra Negra, en el archipiélago ecuatoriano de Galápagos, hoy se mantuvo “alta” y su tendencia no advierte cambios, según señala un último informe del Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional.
Más de 160 sismos leves se han registrado en el interior de dicho volcán, situado en el sur de la Isla Isabela, la más grande y occidental del archipiélago, que el pasado martes entró en erupción.
En las últimas 24 horas, el coloso ha generado 113 sismos de tipo vulcano-tectónico, 48 de largo periodo y 15 híbridos, relacionados con el movimiento de fluidos y con la fractura de rocas en su interior, indicó el IG.
Además, se registraron dos eventos de baja frecuencia escuchados por los micrófonos de infrasonido colocados en el volcán para su vigilancia.
Las autoridades ecuatorianas mantienen el estado de “alerta naranja”, de precaución, en la zona del volcán, que ha emanado flujos de lava por un sector que no representa riesgo para colonias de tortugas gigantes e iguanas terrestres, así como tampoco para las fincas agrícolas que hay en lugares aledaños.
La Dirección del Parque Nacional Galápagos (PNG), entidad encargada de vigilar el frágil ecosistema del archipiélago, señaló que las cuatro poblaciones de tortugas gigantes de la especie Chelonoidis guntheri y una población de iguanas terrestres ubicadas en el lado este de la isla Isabela, están protegidas debido a que los flujos de lava se dirigen al noroeste de la caldera.
El Sierra Negra es el volcán más grande de la región insular ecuatoriana que tiene uno de los cráteres más grandes del mundo, con un diámetro de aproximadamente 10 kilómetros, señaló el PNG.
Su altura alcanza 1.124 metros sobre el nivel del mar y sus últimas erupciones se registran en los años 1979 y 2005.
Las islas Galápagos están situadas a unos mil kilómetros al oeste de las costas continentales ecuatorianas y fueron declaradas en 1978 Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco.
El archipiélago debe su nombre a las grandes tortugas que la habitan, y sus reservas terrestre y marina contienen una rica biodiversidad, considerada como un laboratorio natural, que permitió al científico británico Charles Darwin desarrollar su teoría sobre la evolución y selección natural de las especies.
DC | EFE