Por estos días me decía por teléfono mi hermana paraguanera “aquí estamos, aguantando la pela” expresión que equivale al soportar una paliza, en traducción lugareña.
Todos en Venezuela estamos aguantando la pela que representa vivir bajo un régimen absurdo donde el mantenerse en el poder es más importante que el bienestar del pueblo.
Los economistas saben lo que hay que hacer para contener la hiperinflación, los petroleros saben lo que hay que hacer para aumentar la producción, los especialistas en salud saben lo que hay que hacer para salir de la peste, los agrónomos saben lo que hay que hacer para aumentar la producción del campo y miles de empresas paralizadas saben lo que hay que hacer entre muchos ejemplos del tejido social. Pero estos monstruos rojos no le paran la mínima bola a los que puedan solucionar los males y, por el contrario, parecieran disfrutar la pelazón de sus paisanos.
Lo peor del asunto es que la explicación del desastre nacional, los rojos la simplifican a una sola causa que repiten hasta hacer de la mentira su verdad “estamos así por culpa de la guerra económica”. Esa comodidad macabra de justificar que toda vaina es por culpa del imperio la han usado tanto que ya ha perdido cualquier asomo de credibilidad. Hasta se ha convertido en una especie de justificada parálisis para los ineptos mandones.
Bien sea que el régimen lo forman una partida de incapaces o bien sea que lo están haciendo con el oscuro propósito de dominación social marxista, en cualquier caso, la solución es la misma: hay que sacarlos a patadas pues han bloqueado los mecanismos democráticos y para hacerlo.
El País está tan destrozado que vamos a requerir muchísima ayuda externa no solo de miles de millones de dólares sino también de ayuda gerencial y técnica.
A principios del siglo pasado Venezuela era un País muy pobre y lleno de enfermedades tropicales. Los descubrimientos de petróleo y su explotación significaron una entrada de dinero muy importante y también las empresas extranjeras, tanto de petróleo como de otros muchos asuntos, trajeron gerencia, tecnología y muchas ideas de modernismo. En pocas décadas Venezuela pasó a ser un País diferente y lanzado al progreso.
Pareciera que estamos otra vez en 1900 y vamos a requerir de similares ayudas, no solo para la industria petrolera, también para todo lo demás. Vamos a tener que propiciar una invasión de gente y empresas de otros países que nos ayuden a salir de este problemón donde nos metieron estos irresponsables comunistas.
Que nos “invadan” las mejores empresas extranjeras, que abunde el empleo, que la construcción vuelva a ser una muestra del progreso, que los servicios asociados se multipliquen y que el comercio florezca. Tenemos que alcanzar al tren de productividad y calidad de vida del primer mundo y eso solo lo podremos hacer si los tipos del primer mundo están con nosotros para compartir.
Ya está bueno de aguantar la pela. Que la justicia se encargue pronto de darle una buena pela a estos delincuentes revolucionarios de pacotilla y nosotros a dedicar nuestro mejor entusiasmo al rescate de la nación más bella del mundo.
DC / Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es