Dicen que la venganza es un plato que se sirve muy frío y a Garbiñe Muguruza le gustan mucho las revanchas. En 2014, cuando todavía no era doble campeona de Grand Slams, perdió contra Maria Sharapova en cuartos de Roland Garros, donde esta sería ese año campeona. Cuatro años después, más hecha como persona y jugadora, ha pasado por encima de la rusa en la misma ronda y en el mismo lugar: 6-2 y 6-1 en 70 minutos. La española, que aún no ha perdido un solo set (9-0) vuelve a las semifinales del torneo, en las que ya estuvo en 2016. ¿Recuerdan lo que pasó entonces? Ganó a Stosur y fue campeona al vencer en la final a Serena Williams. Ahora, el penúltimo obstáculo entre ella y su tercer gran título será la número uno mundial, Simona Halep.
Garbiñe nunca había ganado a Sharapova (1-3 ahora), pero en sus anteriores enfrentamientos, la jugadora de Niagan transitaba aún por la cúspide de su carrera y la caraqueña era una niña de 20 años. Ahora es mucho más tenista que ella y lo ha demostrado este miércoles en una gran plaza, en la Philippe Chatrier de París. Maria no tuvo ideas ni recursos para superar a Muguruza, más allá de su potente saque y de las dejadas que intentó con insistencia y no siempre con éxito. Así fue superada ampliamente en un inicio de partido demoledor de la número tres del mundo (4-0) y perdió el primer set (45′).
El segundo, aún más corto (25′), arrancó con un nuevo break de Garbiñe y contrabreak de Sharapova en su único destello de coraje. La hispano-venezolana añadió una estabilidad importante en sus servicios a la solidez desde el fondo de la pista y esa seguridad en sus golpes de las que ha hecho gala durante todo el campeonato (15 errores no forzados). No se dejó intimidar, ni siquiera por sus famosos gritos de la diva siberiana. Con un parcial de 5-0 arrasó a una rival de peso e historia. La impresión que dejó Garbiñe en la pista fue estremecedora. Ya es una chica mayor. Y si llega a la final, volverá a ser número uno.
DC / As