La muerte de la elefanta Ruperta conmovió a miles de personas en Venezuela. Un grupo de ambientalistas y proteccionistas de animales de distintas zonas de Caracas se reunieron en la Plaza Bolívar de Caricuao para establecer que el Movimiento Ruperta no puede detenerse ni por las amenazas que recibieron por parte del coordinador del zoológico de esta comunidad. Ya que el objetivo principal de este movimiento es detener el maltrato animal en los distintos zoológicos del país.
“La misma suerte de Ruperta, la tienen marcada los animales que quedan en los zoológicos; la verdad es que no le están dando la cantidad suficiente de comida. Y es frustrante que las autoridades de estos recintos no se dejen ayudar por las comunidades. El llamado es a todos los proteccionistas del país a que hagan un seguimiento de esta situación. Hoy más que nunca los animales nos están necesitando, recordemos que estos que no tiene voz “, recalcó, Diana Medina, proteccionista del municipio Baruta.
Ana y Mary Azcoaga, habitantes de Los Ruices y La Candelaria, respectivamente; visitaban a la elefanta Ruperta desde que ésta sufrió la primera caída. Ana con los ojos húmedos comentó que Ruperta no se merecía esa muerte, “la vimos por última vez el domingo 10 de junio, mi hermana y yo no pudimos contener las lágrimas; Ruperta estaba muy mal con la cabeza totalmente baja, inmóvil. Triste, lejana. Sorda a los gritos de los niños que la querían animar. Creo que usó su último alijo de fuerza para salir a despedirse de la gente que tanto la quiso. Definitivamente, Ruperta nos marcó, nos debe recordar que hay que ayudar a los animales que siguen encerrados y sin comida en los zoológicos de Venezuela”.
Mary Azcoaga teme por la vida de la hipopótamo que está en el zoológico de Caricuao, recalcó que la ve muy flaca, “la última vez que vi a Ruperta vi que le daban zanahorias y unos palitos como de bambú. Ahora veo que a la hipopótamo no le están dando comida suficiente, no la veo bien; recuerdo que en los años 80 y 90 esto no pasaba, los animales comían bien”. Las hermanas Azcoaga mostraban dos pancartas en donde pedían la eliminación de los zoológicos.
“No nos paran sus amenazas”
Maribel García y Keily Chávez, miembros de la Red Ambientalista de Caricuao indicaron que mientras existan animales pasando hambre en el país y en el zoológico de la parroquia, ellas van a seguir alzando su voz, “no nos va extrañar que inventen de todo sobre nosotras, ya con la amenaza de lanzarnos los colectivos y la Guardia Nacional cuando nos acercamos al espacio en donde estaba la elefanta Ruperta nos confirman la clase de gente que son las autoridades del zoológico de Caricuao”, comentaron las ambientalistas a El Pitazo en la Calle.
García explicó que no tiene dos días trabajando en pro de la fauna y la flora en la parroquia Caricuao por lo que no le asombra ya las amenazas de las autoridades del Zoológico y de Inparques.
“El llamado es a defender a los animales que quedan en cautiverio. No vamos a parar nuestra lucha por sus amenazas. La muerte de la elefanta Ruperta no puede pasar como algo fortuito, como algo que se esperaba por su vejez, como están diciendo los del zoológico de Caricuao. Hay que decir las cosas como son, a Ruperta la dejaron morir de hambre”, recalcó la ambientalista.
Por su parte, Keily Chávez, ambientalista de Caricuao señaló que es bien lamentable que el coordinador del zoológico de esta comunidad, la amenace y la responsabilice de un supuesto acoso que está sufriendo el personal que labora en el cuidado de los animales; cuando la realidad es que estos empleados llevan mucho rato siendo amenazados por él. La joven ambientalista dijo que la verdad de todo lo que ocurre en el parque zoológico es vista por los vecinos habitantes de los bloques que están cerca de las instalaciones del parque por lo que no hay espacio para crear mentiras en este sentido. Chávez recalcó que los vecinos de la UD5 son los primeros observadores, “que alarmados de lo que ven en el zoológico nos comentan y piden ayuda para los animales”.
“Como joven, como una convencida defensora de los cuatro parques de Caricuao, sigo firme en mi lucha; no son suficiente, las amenazas que siempre nos han hecho; estamos armando todo un movimiento en nombre de Ruperta para concientizar sobre la realidad que están enfrentando los animales que siguen en los zoológicos. Es necesario que se conozca que el Estado venezolano es uno de los principales que está cometiendo maltrato animal, cuando deja morir de hambre a estos seres que no tiene voz y que tampoco tiene la culpa de estar encerrados”, acotó.
Laura Ramírez y Carlos Martínez no pudieron esconder su tristeza. Contaron que la elefanta Ruperta era uno de los animales con el cual más jugaban cuando eran niños. Los jóvenes habitan en la UD3 de Caricuao, comentaron sentir mucha impotencia por no haber podido ayudar a la paquidermo. Además confesaron que después de la segunda caída de la elefanta se confiaron y creyeron en que las autoridades del zoológico no iban a descuidar más a la elefanta, porque hasta salió por los medios de comunicación del país y el exterior, así como por las redes sociales de artistas de otras latitudes.
“Ruperta fue todo un ícono para la parroquia. Nuestros padres siempre nos llevaban al zoológico, nos contaban sobre ella, desde muy niña la llamaba, le gritaba, muchas veces, ella respondía moviendo la cabeza o caminado todo el lugar de donde la podíamos ver. Ruperta no se merecía esa muerte, ella sólo nos dio amor, compañia a los que nos gusta buscar tranquilidad en los espacios naturales”, recordó Laura Ramírez.
El líder comunitario de la parroquia Antímano, José Gregorio Ochoa, acompañó a los ambientalistas en esta reunión y recordó que hoy más que nunca toca concientizar a las nuevas generaciones en la necesidad de colocar en los zoológicos verdaderos gerentes. “Creo que lo ideal sería colocar zoólogos; la crisis no puede ser la excusa para dejar morir a los animales, la incompetencia de los funcionarios que colocan en estos espacios, es la que lo está dejando morir. Urge que se haga una intervención seria en los zoológicos y que se mantenga una contraloría por parte de las comunidades, de los proteccionistas, de las personas que se preocupan por la salud de estos seres vivos”.
DC / El Pitazo