Que el final de Nicolás Maduro en el poder es posible. Y Diosdado Cabello, su amigo, sería uno de los agentes que podrían cristalizar el cambio en el Palacio de Miraflores. Esto lo sostiene Rafael Ramírez en su último artículo dominical. Señala que “a estos señores del madurismo se les acabó el tiempo (…) no hay manera de que sean capaces de resolver la crisis de la que ellos mismos son responsables”; que la dirección es “insolente”, y que “la irresponsabilidad, indolencia y crueldad, son características resaltantes del madurismo en este período”. O sea, Ramírez sigue entregado a la idea del cambio, pero cambio del madurismo al chavismo originario. De allí que haga énfasis en todos sus extensos artículos en que no es “de la derecha”. Y él se considera un fiel representante del chavismo de origen. Por eso no pierde oportunidad de calificarse como “el ministro de Chávez”. Intenta, hasta ahora infructuosamente, despertar la rebelión contra Nicolás Maduro tanto en el Psuv como en la propia Fuerza Armada.
Y luego de declarar que ya se le terminó el tiempo a Maduro, lanza el puntillazo ya casi al final del artículo como quien dispara un dardo envenenado:
“Se impone la necesidad de que el liderazgo que aún queda de pasos importantes en el Congreso del Psuv, en la Asamblea Nacional Constituyente, ahora con nuevo presidente, en las Fuerzas Armadas Bolivarianas y más allá del campo chavista, en todo el país, en toda la sociedad (…) nuestra Constitución brinda todas las posibilidades, se escribió siempre dejando abierta la posibilidad de que el Poder Originario, que reside en el pueblo, sea el dueño de su propio destino”.
En otros términos, según se desprende de la disertación de Ramírez, si hay salida, esta solamente será posible con el chavismo. Sigue hurgando en las diferencias que existen entre Cabello y Maduro. Recuerda el plan económico que él propuso -un viraje importante- y por el cual, dice, fue marginado por el poder con “cacerolazo” incluido cuando pretendía tomar el derecho de palabra en alguna reunión del Psuv:
“No fuimos escuchados, el madurismo respondió que yo ´tenía mucho poder´, que ´quería ser presidente´ (…) no hicieron nada de lo propuesto. Sólo alcancé a explicarlo al Congreso del PSUV y a algunos sectores productivos. Fue una ofensiva truncada, traicionada, por el propio alto mando del madurismo”.
Pero todo es meramente aspiracional. El centro del poder se encuentra en la Fuerza Armada, y en el ala civil, las riendas le pertenecen a Delcy Rodríguez. Y Diosdado Cabello todavía no se atreve a darle una estocada a Maduro. ¿O acaso lo está pensando? Y si lo está pensando: ¿Acaso le bastaría con la ANC?