En el mundo de la medicina hay un sinfín de patologías que aún no se han conocido, como lo es el caso del apetito «emociogénico», que de no tratarse a tiempo produce obesidad.
Una radiografía psicológica y conductual en tiempos de estrés y sobreabundancia de alimentos presentó que ambos factores inducen al apetito emociogénico, según el Dr. Arturo Rolla, Endocrinólogo Senior del Beth Israel Deaconess Medical Center y la Universidad de Harvard, citado por Salud 360.
El apetito emociogénico se produce a causa del estrés, ansiedad, depresión, tristeza, baja autoestima, frustraciones o cualquier emoción que induzcan al paciente a comer en exceso. «Como porque estoy triste y estoy triste porque como; esto se convierte en un círculo vicioso», lo cual explica el incremento en las estadísticas de obesidad.
La comida a parte de ser un sustento diario, también se convierte en una «gratificación oral que nos tranquiliza y nos lleva a una zona de confort», de manera que las raciones de comida se incrementan para buscar el sentimiento de tranquilidad.
La obesidad trae como consecuencias diversas complicaciones de salud, además de ser precursor de las estigmatización, discriminaciones y enfrentamientos por problemas de mala adaptación psicoeconómico social, que producen que la persona alimente más el apetito emociogénico.
“Esto nos aumenta el apetito emociogénico, nos hace comer en exceso y a preferir comidas de alto contenido energético; las grasas dulces como chocolate, cremas heladas, dulce de leche, dan aún mayor confort emocional”, informó Rolla.
Dentro de las declaraciones del especialista, el 80% de las personas que se encuentran bajo estrés o presión tienden a comer más, mientras que un 20% come menos.
DC | Panorama