Todos, en mayor o menor grado, en una instancia o circunstancia, o en otra, somos líderes, tenemos la responsabilidad de cuidar y conducir a otros: los padres, los hermanos mayores, los maestros, los empleadores, los conductores religiosos, culturales, sociales, políticos y gubernamentales. Esa responsabilidad de ser líder, y el fruto de su gestión, son premiados o castigados en el cielo, y también en la tierra.
El pasado domingo, quienes pudimos asistir a la Misa Católica, escuchamos el Oráculo del Señor en la lectura de Jeremías 23,1-6: “! Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño!” El Señor alerta y lo dice de manera clara, vislumbra castigo: “Ay de los pastores”. Luego concreta: “Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, a los pastores que pastorean a mi pueblo: ustedes dispersaron mis ovejas y las dejaron ir sin ocuparse de ellas”. Hoy cuando vemos a nuestro pueblo disperso, a cuatro millones ya desplazados viviendo las vicisitudes de la diáspora, y a muchos millones más viviendo una criminal crisis humanitaria que se encarna en hambre, enfermedad y muerte, tenemos que pensar en los pastores, por supuesto en Maduro, Cabello, los Rodríguez, la cúpula militar y todos los que tienen funciones de gobierno y decisión en los ya casi 20 años de la tragedia iniciada por Chávez. Pero, ¿cómo no pensar también en la responsabilidad de los líderes de oposición, quienes por acción, duda u omisión “dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño”?
El Señor continúa con palabras certeras dirigiéndose a los malos pastores: “Así que les voy a pedir cuentas por la maldad de sus acciones. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países”, para más adelante concluir: “las volveré a traer a sus tierras, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá”.
Por supuesto que al leer a Jeremías o a cualquiera de los profetas, o no importa cuál versículo del nuevo o viejo Testamento, la Biblia nos está hablando del mundo espiritual, pero es casi imposible no trasladarlo a nuestra realidad terrenal, porque sin duda la conexión existe y la lección es enriquecedora.
Es probable que ninguno de nosotros hubiera podido imaginar y vivir por adelantado la tragedia que hoy padecemos los venezolanos, hijos de un país en diáspora, tragedia por igual lacerante para los que están en el territorio patrio, como para los que se incorporan a otra patria, a otro suelo, sin que su corazón deje de estar en el patio donde nació y creció, donde están sembrados para siempre sus afectos, querencias y amores. Es probable que en este descenso abrupto, en este tobogán en el cual estamos metidos como pueblo, todavía descendamos más, pero puedo jurarlo, no por mucho tiempo más, porque el cambio se aproxima, las circunstancias internacionales y las propias de Venezuela nos permiten vislumbrar que el pueblo asume su destino, con la ayuda del Señor, asume su rol de cambio bajo un liderazgo firme para que los venezolanos podamos vivir y crecer en condiciones que ya no nos hagan temer, que no nos espanten ni se pierda ninguna oveja más. Llegará un tiempo de cambio y “un vástago legítimo reinará como monarca prudente, con justicia y derechos”, tal como, para terminar, lo anuncia el Profeta Jeremías en el texto en comento.
Estas ideas tal vez podrían movernos a la reflexión interior, a la rectificación y probablemente a un cambio de actitud. Tenemos pleno derecho a exigir a los líderes y conductores el cumplimiento pleno de sus obligaciones, tenemos el derecho a la crítica y al castigo. Hagámoslo. Pero también tenemos la obligación de mirarnos a nosotros mismos, a cada uno de nosotros en nuestra condición de pastores, porque lo somos, por lo pronto de nosotros mismos y de nuestros hijos y familia. Revisemos nuestro actuar, reorientemos el camino si es necesario, y avancemos. Venezuela nos espera, el cambio está en nuestras manos, no en las de otros.
DC / Paciano Padron / pacianopadron@gmail.com. Abogado UCV, Doctor en Derecho (La Sorbona, París) – Profesor universitario, autor del “Manual del Orador” / @padronpaciano