Caracas y su primera taza de café. Por Eneida Valerio Rodríguez

Caracas cumplió 451 años de su fundación. Diego de Losada la bautizó como Santiago de León y un vocablo indígena de las nativas tierras encontradas en el frondoso valle, le completó el nombre; Caracas. Fue el centro de fundaciones, creaciones y transformaciones económicas y sociales  junto a las políticas que definieron la libertad y sacudida contra el yugo ibérico. Por más de 300 años los  criollos, clamaba por estos eventos, que llegó en la  segunda década del  s. XIX  luego de una larga  y cruenta lucha  por su logro.

En sus placidas tardes  y cerca de Chacao, asiento de familias distinguidas con gusto  reverencial por la música y lectura de las obras literarias del momento, un hecho importante selló la economía del  momento y futuro. Sin dudas, fue un medio día histórico, en las entrañas de la copiosa fertilidad del suelo. Igual que el vientre de la patria, del mismo siglo que  legó a la posteridad nombres  eminentes  en la conquista  política como esencia de libertad y de las letras como las  destacadas por Andrés  Bello y Simón Rodríguez.

Chacao en la falda del  Ávila caraqueño, facilitó a los invitados luego del almuerzo, lleno de frutas y generosos adornos en cada mesa servida y dispuesta con finas vajillas de porcelanas, disfrutar  en la sobremesa, de la primera taza de café que la historia registra de aquel valle fecundo. El evento,  da cuenta del entorno de la hacienda Blandín, con elegantes caballos que llevaban a los  distinguidos invitados quienes disfrutaron de música y baile.

La posteridad recibe entusiasta el sabor aromático que junto al cacao conformarán las grandes  fortalezas  de la agricultura y economía del momento y futuro.

El carmesí  del fruto, consumido como producto final y aromático café venezolano, fue posible en buena parte por el afán de tres clérigos. Nacidos dos de ellos, en Caracas y el tercero, en España. El P. don Domingo Blandín en cuya  casa se sirvió la aromática y humeante bebida en tazas de porcelana chinas y japonesas, en  1775.

También trabajaron para la  exitosa cosecha de alta calidad, el P. Sojo, artífice de la música y de la fundación de la famosa Escuela de Música de Chacao y familiar directo por el lado materno, del Libertador Simón Bolívar, quien refirió a los presentes, la importancia del cultivo. Por último, el P. Mohedano, cuya invocación para la bendición de la cosecha la centró en San Agustín, el gran santo de los años 300 d.C.

Dice San Agustín, aseveró el español fallecido en 1803 en Guayana donde ejercía como obispo nombrado  por el rey Carlos IV de España y confirmado por el papa Pio VII. “Cuando el agricultor confía la semilla al campo no teme ni a la lluvia que  cae ni al cierzo que sopla, porque los  rigores de la estación desaparecen ante las esperanzas de la cosecha”

En las provincias venezolanas, el café, para  citar un ejemplo, constituyó en las adyacencias  del caudaloso Orinoco, parte de los desembarcos llegados de Europa. Desde allá, escribe Arístides Rojas en “Leyendas  Históricas de Venezuela” fue enviado, a Brasil donde conforma todavía, uno de sus grandes producciones en materia de exportación. También Trinidad, aprovechó el fruto del cafeto y con esto, toda la costa de Paria, caracterizada por el impresionante impacto visual  al conquistador tanto por la caída de sus aguas y de su acelerado desarrollo fluvial y marino.

En Caracas, estos tres eximios varones, destaca  Arístides Rojas en su relato, no desaprovecharon el momento de la tarde fresca y quieta bajo el canto de torditos, carpinteros, canarios y turpiales, para argumentar sobre hechos históricos, circunloquios del momento y aderezados por la imprenta de Gutenberg que dejaba en la redacción de noticias, su huella informativa en cada una de estas colonias hispanas.

El P. Mohedano, tenía cifrados los beneficios de la cosecha del café para concluir un templo en Chacao. No pudo ver coronado sus deseos. También a finales del  s XVIII falleció el P. Sojo. Habían transcurridos 14 años  desde aquella Primera Taza de Café, de alta calidad.

Solo el P. Blandín hijo de un farmacéutico llegado a la Caracas del momento, se quedó para inscribirse en el movimiento revolucionario de aquella  gesta, definitiva de la independencia política contra los realistas. Se alista con el movimiento de 1810  y se desempeña como  constituyente suplente del Congreso de 1811. Parte de su tierra fértil y cafetalera arraigada en Chacao y regresa en 1821.La  misma fecha de Carabobo inmortal en el campo glorioso del centro venezolano.

Blandin, venía del original apellido del patriarca Blandaim, se convirtió en sitio obligado de visitas. Humboldt, Bonpland y  muchos otros  junto a Bolívar y Miranda, se  plantaron en el generoso  y fértil sembradío cafetalero. Allí, rindieron culto a los mentores de la Primera Taza de Café en Caracas.

El P. Mohedano, no  vivió para ver el templo de sus anhelos. El fatal terremoto de 1812 que genera la Migración a Oriente, destruyó a buena parte de la quieta capital venezolana. Se levantó otro templo algunos años después.

Blandín, ocupa  en el oeste  caraqueño parte de la llamada antigua carretera a La Guaira. Allí se le recuerda en la bondad de su suelo de antaño y de la profusión olorosa  del café recién colado. Sin embargo, el Guaire cuando era  caudaloso se  tragó en buena parte, los bucares  de Chacao que algunos, sigue de pie en la Caracas desvencijada de estos días.

 

DC / Eneida Valerio Rodríguez – eneidaval@gmail.com

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