Varias y, ciertamente, calificadas voces del régimen, ahora, dicen discrepar de Maduro Moros. Claman a los cielos Bernal, Izarra y, persistente, Giordani, descubriendo el agua tibia de nuestros tormentos.
Uno, señalado por un trágico suceso en el estado Táchira de reciente data; el otro, con las mandíbulas batientes al escuchar las cifras de las venezolanísimas muertes violentas en un noticiero internacional; luego, el diseñador de un socialismo que la más elemental lógica lo y nos encaminaba, acaeciendo, al desastre. Ya celebran las cantidades inverosímiles de Tweeds alcanzadas, satisfechos por la proeza de una declaración igualmente telegráfica.
Otros, lo celebran, clamando – esta vez – por la amplitud de una oposición a la que le faltan unas décimas para la más rotunda e irrefutable unanimidad. Pontificadores de la habilidad política que no tienen, idean fórmulas para una aventura post-dictatorial que amplíe la nómina de la gallardía concursada también por el policía, el periodista y el planificador.
Saulo de Tarso cayó del caballo y, adolorido, inició el camino de la conversión. Para que la hubiere, tenía que ganársela, transitándola penosa, convincente y pedagógicamente.
El colmo sería que estos tres personajes estelares de la dictadura, no se dieran cuenta de lo que ha ocurrido y ocurre en Venezuela, sindo natural que levanten sospechas, ya que conocemos hasta el hastío las sempiternas maniobras del régimen. Y, si fuese el caso, más allá de los caracteres que festejan, deben hacer lo propio para superar la dictadura, testimoniando un arrepentimiento que no debe utilizar a la oposición, real y organizada, para demostrarlo.
DC / Luis Barragán / Diputado de la AN / @LuisBarraganJ