“No me dejes solo, no me dejes solo” y un “yo no lo hice, no lo hice” fueron las palabras que dijo el joven de 16 años a su tío, luego que la madrugada de este 4 de julio asesinó a su mamá y a su abuela. El adolescente también hirió a su hermana menor y a su abuelo con un cuchillo de cocina. El hecho ocurrió en un apartamento del bloque 8 de Propatria.
A las 3 de la madrugada, según familiares del victimario, el joven se levantó de la cama. Fue a la cocina, tomó un cuchillo y se acercó al cuarto de su madre. Primero mató a su abuela, quien fue identificada con el nombre de Aracelys Hernández. Después hirió a su mamá, Mari Rosales, por quien —en la tarde del 3 de julio— lloraba y decía “no quiero que mi mamá se vaya. Ella se va a ir”. A su tía le tocó consolarlo con un “tranquilo, que ella está trabajando”.
A su hermana, de 12 años, también la apuñaló en el cuello. La menor se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Miguel Pérez Carreño, de La Yaguara. Ella fue quien abrió la puerta del apartamento y salió corriendo por el pasillo del piso 5 en busca de ayuda.
Cuando llegaron los vecinos, quienes se encargaron de llamar a las autoridades, el joven se encontraba acostado en su cama. Tras ser interpelado por el crimen cometido afirmó: “Yo no fui, yo no fui. Les juro que yo no maté a mi mamá”.
Pasadas las 10:00 de la mañana, trascendió que el joven manifestó a los policías que él se había desmayado y cuando despertó vio los cadáveres de su madre y abuela.
Este caso recuerda lo ocurrido en el edificio Tacarica II, en Maracaibo, en agosto del 2005. Allí Nelson Castro mató a puñaladas a su madre y a una joven universitaria.
El adolescente pasó toda la madrugada en su apartamento custodiado por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) hasta que, alrededor de las 7.00 de la mañana, se lo llevaron a la sede del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (CICPC), en la avenida Urdaneta, para las respectivas investigaciones. Cerca de las 9.00 de la mañana, funcionarios del Eje de Homicidios se llevaron los dos cadáveres envueltos en sábanas, se pudo observar que vestían ropa de dormir.
Como un chico tranquilo, aplicado en sus estudios, que practicaba basket y asistía a un curso de pintura, así describieron amigos y familiares al adolescente de 16 años. Pedro Tovar, tío del victimario, comentó que se sentía sorprendido e impactado de lo que hizo su sobrino. “Cuando lo vi, él no me dio la cara, solo me dijo ‘tío no me dejes solo, por favor no me dejes solo’”.
Desde este 4 de julio, el joven quedó huérfano, pues su padre también murió en circunstancias violentas hace ocho años. El hombre fue asesinado en la entrada del mismo bloque 8 por sujetos desconocidos para quitarle su arma, porque trabajaba como escolta en Laboratorios Roche.
El abuelo del joven, su tío y vecinos comentaron que había actuado como poseído cuando tomó el cuchillo y comenzó a herir a madre y abuela. Se conoció que su familia practica la santería, y en la sala de su casa hay un altar del orishá Shangó, considerado por los seguidores de la religión como el dios del fuego, el trueno y la guerra, pero también el dueño del baile, la música y la belleza viril.
Se desconoce si en realidad el tema de la religión influyó en que el joven cometiera el asesinato. Funcionarios del CICPC investigan lo sucedido.
DC/ElPitazo