Con su sonrisa indeleble, Pablo Casado, el nuevo presidente del conservador Partido Popular (PP), se presenta como un joven halcón que propugna mano dura con los separatistas catalanes y una agenda neoliberal en lo económico.
El nuevo líder de la derecha española, un diputado de 37 años, carece de experiencia de gobierno, pero se fogueó como responsable de Comunicación del partido desde 2015 y, previamente, como colaborador del ex presidente del gobierno José María Aznar.
Promete ahora devolver la ilusión a un partido minado desde hace tiempo por una cascada de escándalos de corrupción, una lacra que motivó la moción de censura con la que los socialistas desbancaron del poder a Mariano Rajoy el pasado 1 de junio.
Su elección supone un relevo generacional para un PP que no obstante tiene en los pensionistas un importante vivero de votos.
Casado tiene un año menos que Albert Rivera, líder de Ciudadanos y gran rival en el centro-derecha, que en los últimos años le «robó» al PP muchos de los tres millones de votos perdidos entre 2011, cuando Rajoy ganó con mayoría absoluta, y las últimas elecciones generales de 2016.
En los últimos meses y con especial ahínco durante las primarias del PP, el sucesor de Rajoy no dejó de defender una política de mano dura contra el separatismo catalán, al que pide combatir «sin ningún tipo de complejo».
«El diálogo no cabe con quien quiere romper la legalidad», repitió a modo de mantra un Pablo Casado que propugna también recuperar en el código penal el delito de convocatoria ilegal de referéndum.
En cuestiones de sociedad mostró también un perfil conservador: fustigó el proyecto del actual gobierno socialista de despenalizar la eutanasia, tachó de «demagogia» su apertura a la acogida de migrantes en el Mediterráneo, y defendió el retorno a una ley del aborto de los años 80, más restrictiva que la actual.
Igualmente, y aun siendo nieto de un represaliado del franquismo, reiteró su oposición al proyecto del gobierno socialista de exhumar los restos del dictador Francisco Franco del mausoleo donde se le rinde homenaje, cerca de Madrid.
«No gastaría un euro en desenterrar a Franco ni gastaría un euro en volver a enterrarlo», apostilló.
Una serie de posicionamientos enmarcados en el ala más derechista del PP, que deberá manejar con cuidado, comentó a AFP José Pablo Ferrándiz, investigador principal del instituto de sondeos Metroscopia.
Y es que si se escora demasiado a la derecha, apunta Ferrándiz, «sería un error, porque el grueso de la población española se ubica más hacia el centro».
Dejaría además «un espacio que Ciudadanos estaría encantado de aprovechar», añade.
«Cuando toque ir a las elecciones generales (a más tardar a mitad de 2020) Pablo Casado puede volver al centro», opinó sin embargo el politólogo Pablo Simón este sábado en declaraciones al canal La Sexta.
– Liberal en lo económico –
En lo económico, Casado se mantiene fiel al tradicional ideario neoliberal del partido, abogando por reducir el impuesto sobre la renta y el de sociedades, y eliminar el de patrimonio, un reclamo recurrente entre los votantes de derecha.
En las relaciones internacionales, pide no seguir la tendencia al proteccionismo observada en otras fuerzas derechistas en Europa o Estados Unidos.
«Si EEUU arbora una agenda aislacionista, ahí tiene que estar España», dijo esta semana en un foro de debate, donde un año antes ofició como presentador del ex presidente colombiano Álvaro Uribe y lo elogió como «un referente personal, moral y político».
Casado, en pareja y padre de una niña y un niño, nació en 1981 en Palencia, una pequeña ciudad castellana.
En estos últimos meses se ha visto perseguido por una polémica que podría resurgir en cualquier momento: la ventajosa obtención de un máster universitario en 2008/09, cuando era diputado del PP en el Parlamento de la región de Madrid.
Según reconoció, por ser ya entonces licenciado en Derecho se le convalidaron 18 de 22 asignaturas, y se le dispensó de ir a clase.
Sin embargo, se mostró tranquilo durante la campaña, sostuvo que no hubo irregularidades y aseveró que toda la polémica obedece a la «muy mala intención por parte de algunos».