Reflexiones: Francisco, certero más que infalible. Por Luis Acosta

El Papa es calificado de infalible y, de verdad, así es exaltado por su natural santidad desde el papado de San Pedro. Además, no hay dudas al explicar sobre lo certero, ejemplar, respetuoso e interesante en las iniciativas tomadas por Francisco y la forma adecuada, firme y cristiana de sus decisiones. En efecto, el Papa ha dado muestras de tener el carácter adecuado para crear sus propias ideas sin temores, ni miedo escénico; ni de respeto humano que, debemos entender, se mueve con su corazón, con el alma y espíritu. Así, ha tomado principal voz en los criterios y comportamientos de los Obispos chilenos; también en los principios que se han discutido para mantener con fuerza y dulzura su no aceptación del aborto inducido cuando se trata de sortear la vida de un ser vivo producto de los abusos, extravagancias y voluptuosidades del hombre débil. Por otro lado, hoy más que nunca, se conoce que los cristianos del mundo están siendo perseguidos y maltratados, física y moralmente, pero será siempre muy difícil acabar con ellos. “Alegraos y regocijaos”, dice Jesús a los que son perseguidos y/o humillados por su causa, porque a cada uno de nosotros El Señor nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante El por amor.

Por eso el “llamado a la santidad” del humano y vigoroso Papa Francisco. El, en su Exhortación Apostólica, dice: “corramos con constancia en la carrera que nos toca”. Bello e importante pensamiento que nos recuerda Francisco de la Carta a los Hebreos. Porque de verdad nada es más determinante en la vida del hombre que el ser constante. Bolívar lo aseguraba: “Constancia y más constancia. Trabajo y más trabajo” para la realización de la vida cívica del ciudadano. De allí, la protesta de los pueblos ¿Hasta cuándo Dueño Santo y Veraz vas a estar sin hacer Justicia? Recordemos que nadie se salva solo como individuo aislado sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones que existen en la comunidad humana. Concluye el Papa: “en la noche más oscura, surgen los más grandes profetas y los santos. Por eso, La Santidad es el rostro más bello de la iglesia pero, aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos diferentes, el Espíritu Santo subsiste tanto, que todo es importante. Sin embargo, lo que quisiera recordar con esta exhortación es, sobre todo, el llamado a la Santidad que El Señor hace a cada uno de nosotros. “Sed santos, porque Yo Soy santo”. En efecto, cada uno por su camino. Cuando el gran mítico San Juan de la Cruz refería evitar reglas fijas para todos y explicaba que sus versos estaban escritos para que cada uno los aproveche según su modo porque la vida divina se comunica “a unos en una manera y a otros en otra”. Santa Hildegarda, Brígida, Catalina, Santa Teresa de Ávila o Teresa de Lisieux están dentro de las formas variadas que han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de sus testimonios.

“No, no hablaré mal de nadie”. Esto es un paso en la santidad. Luego vive un momento de angustia pero recuerda a la Virgen María, toma un Rosario y reza con fe. Cuando el Cardenal Francisco Javier Nyguyen, en la cárcel renunció a desgastarse esperando su liberación, su opción fue vivir el momento colmándolo de amor.

Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en El y que El lo viva en nosotros. Por otro lado, “el Designio del Padre es Cristo”, y nosotros en El por qué La Santidad no es sino la caridad vivida. Así, cada santo es un mensaje que el Espíritu Santo toma de las riquezas de Jesucristo y la regala a su pueblo. Por cierto, “no todo lo que dice un santo es plenamente fiel al evangelio, no todo lo que hace es autentico o perfecto. No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro en el ejercicio responsable de la propia misión”.

DC / Luis Acosta

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