En la edad media, los pueblos estaban formados por pocas casas construidas con materiales de la zona. El sustento diario era producto directo de sus habitantes mediante la siembra y cosecha en el campo y la cría animales. Eran pueblos que llamaremos fotos, pues pasaban los años y seguían igual. Mantenían su rutina por décadas y el hijo del criador de cerdos era el nuevo criador y la hija de la panadera era la nueva panadera.
La esperanza de vida rondaba los 30 años, se casaban a los quince y aunque procreaban mucho también la muerte temprana abundaba. La comunicación era verbal y las noticias que traía algún viajero podían haber sucedido años antes.
Así fue el mundo durante siglos, pero un día empezó a cambiar y, con los avances científicos y las máquinas de producción masiva, pusieron en las manos de millones los privilegios reservados a los reyes. En medio de esta gran transformación, surgieron las ideas marxistas y comunistas, proponiendo un nuevo esquema donde los trabajadores serían los dueños de las fábricas y el pueblo era el llamado a controlar su destino.
Así, una élite a nombre del pueblo comenzó a gobernar en busca de la igualdad entre los seres humanos. La gente sería buena y generosa y cada quien recibiría según sus necesidades. Donde Juan y Pedro cultivarían maíz y a la cosecha la repartirían de acuerdo a lo que necesitaban. Pedro, con seis hijos y una familia de ocho seres, se llevaría el doble de sacos que Juan con solo dos hijos y una familia de cuatro.
Pero esto iba a contrapelo de la gente y para que sucediera había que obligar. El Estado se convertía entonces en el que piensa, planifica, otorga y controla. Nada se movería sin su permiso. Se creaba otra forma de pueblo foto, todo igual, aunque pasaran los años.
La mayor parte del mundo siguió su ritmo de cambios y cada vez a mayor velocidad. Hace cien años la electricidad, el teléfono, los vehículos, las medicinas, lo aviones, los submarinos, los viajes al espacio, los ascensores, la televisión, los productos envasados, y miles de cosas más no existían. Pero aquí están y el progreso hizo que los pueblos fotos empezaran a cambiar tan rápido que vinieron a ser países películas.
La capacidad para progresar es ahora indetenible y la humanidad entera camina hacia un bienestar difícil de imaginar. Los indicadores apuntan a eso, la expectativa de vida es hoy la más alta de la historia y mejora, los índices de pobreza son los menores de la historia y siguen bajando, el número de patentes e inventos que antes era de algunos centenares por año hoy son de miles por día.
El comunismo está condenado a desaparecer por su lentitud en la aceptación de lo nuevo, por su incapacidad de entender al mundo de cambios que rechaza cualquier sistema que limite la creatividad en libertad.
Por mala fortuna a Venezuela le tocó sufrir uno de esos regímenes de atraso y estupidez. Nuestro País es hoy una foto preñada de problemas de la edad media. Una nación destruida e inmóvil. Las últimas alocadas medidas económicas son un poema de parálisis total Un País extraño rodeado de vecinos en pleno progreso.
Pero que nadie dude que esto se derrumba solo. No hay cimientos que resistan al huracán del progreso. Y anticipo que no vamos a tener que esperar mucho.
DC / Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es