El cineasta venezolano Miguel Ferrari, ganador del Goya a la mejor cinta iberoamericana de 2014 por «Azul y no tan rosa», abre el debate de la gestación subrogada en su nueva película «La noche de las dos lunas», que competirá en la Sección Oficial del 42 Festival de Cine de Montreal (Canadá).
En una entrevista con Efe realizada poco antes de su estreno en Montreal -se proyectará el día 29-, el venezolano explica que su intención era tratar el tema de la maternidad «en un sentido amplio» pero le pudieron las ganas de «explorar el efecto de las emociones» y abrir al espectador el dilema entre las posiciones posibles en los casos de gestación subrogada.
«La legislación se ha quedado muy atrás en relación a los avances de la ingeniería genética y para mí era muy interesante ver qué nos parecía más importante, si lo afectivo o lo biológico, en ese nuevo concepto evolucionado de las familias», apunta Ferrari sobre lo que cuenta en su película, protagonizada por Prakriti Maduro y Mariaca Semprún.
En «La noche de las dos lunas», de producción hispanovenezolana, una pareja joven que no consigue el embarazo acude a una clínica de fertilización para que le implanten a la mujer un óvulo suyo fecundado por el marido; el mismo día, una chica soltera espera también a recibir el embrión logrado gracias al esperma de su amigo homosexual.
Una prueba de amniocentesis descubre que los implantes han sido cambiados y cada mujer está gestando al bebé de la otra. Pero uno de ellos no prospera.
Ferrari cuenta a Efe que esto ocurrió de verdad en una clínica de Roma y siempre le quedó la idea rondando su cabeza.
«Uno murió, pero el que siguió adelante, ¿a quién pertenece?. ¿A los padres que pusieron la carga genética o a la madre que lo llevó en su seno?», se pregunta el director.
«Eso es algo que se está dirimiendo en Estrasburgo y sé que en España está en un momento candente, porque está por legislar (…) En la película trato de no tomar partido, intento que el espectador se ponga en los zapatos de estas dos mujeres y que unas veces esté con una y otras, con la otra».
Aclara Ferrari que la cinta no aborda el dilema económico o mercantil más polémico sobre la gestación subrogada, sino el puramente emocional; «es una realidad en otros países y familias muy diferentes acuden a ella».
«Hemos avanzado en leyes LGTB, pero todavía estamos un poco atrás en la educación, concienciación y visibilidad. Creo que falta en ese sentido un poco de voluntad política y en el caso de la maternidad subrogada, hay que empezar a caminar ya», considera.
La película está rodada en el Parque Nacional del Ávila, el macizo montañoso referente de cualquier caraqueño, que enlaza su cima (el pueblo llamado Galipán) con la ciudad a través de un teleférico. «Ahí ocurren las cosas entre estas dos mujeres, suspendidas en el aire, en esta interrogante que nos hacemos», explica el director.
Y añade que rodar en Venezuela es nadar contracorriente.
«Imagina que en lo que dura un rodaje la inflación puede subir un mil por cien; hoy tienes el dinero, mañana ya no te alcanza», se lamenta Ferrari, también guionista y productor de la cinta, que tuvo que comprar con ocho meses de adelanto el cátering -lo que le obligó a congelar los alimentos- para asegurarse de que las 60 personas del rodaje comerían todos los días.
Ferrari se fue a estudiar interpretación a España con 18 años; enseguida se dio cuenta de que tenía que ir más allá si quería que el cine le sirviera para canalizar tantas historias como quería contar, así que empezó a dirigir.
Devoto de Pedro Almodóvar, Ferrari dice que sus toques «almodovarianos» -más que evidentes en esta película, si cabe, con la incorporación de la española María Barranco- no los mete conscientemente; de él adora la «sencillez, el ojo y su forma descabellada de mostrar los temas, que terminas creyéndote, porque él trabaja siempre con la verdad».
DC/800 Noticias