Dos expresidentes estadounidenses de partidos opuestos se unieron el sábado para homenajear al senador y veterano de guerra John McCain, en una memorable ceremonia de despedida en la que se rechazó la política divisiva de Donald Trump.
Millones de estadounidenses siguieron por televisión el funeral al que asistieron gran parte de los hombres y mujeres de poder del pasado y presente de Washington, a excepción de Trump, quien se dirigió en cambio a uno de sus clubes de golf en Virginia.
Tanto el expresidente republicano George W. Bush como el demócrata Barack Obama reconocieron que McCain los había hecho ser «mejores» líderes, personificando la virtud de poner al país por sobre el partido político.
El contraste entre la ceremonia conciliadora y el mandatario estadounidense marginado evidenció el asombroso estado de la política estadounidense.
Obama definió a su amigo -y contrincante en las elecciones presidenciales de 2008- como un «hombre extraordinario», guerrero y patriota, que personificó lo mejor de Estados Unidos. «Nos hizo mejores presidentes, así como hizo que el Senado fuera mejor, y que el país fuera mejor».
Así, el expresidente se hizo eco de sentimientos similares expresados minutos antes por Bush, quien derrotó a McCain en una «dura lucha» en las primarias del partido Republicano en el 2000, y cuya rivalidad se convirtió en una larga y duradera amistad.
Pese a que Bush y Obama pertenecen a partidos opositores, su mensaje estuvo claro: la política estadounidense puede y debería elevarse a un mayor nivel con el ejemplo de John McCain.
McCain era conservador, «pero entendía que algunos principios trascienden la políticas, y algunos valores trascienden los partidos», dijo Obama.
«Nuestra vida pública o nuestro discurso público puede parecer pequeño y mezquino, con palabras rimbombantes e insultos», dijo Obama. «Es una política que pretende ser valiente y dura, pero que, de hecho, nace del miedo. John nos pidió que fuéramos más grandes que eso», agregó.
La ceremonia pública final de McCain, previa a su entierro privado el domingo en la Academia Naval de Estados Unidos en la vecina Annapolis, Maryland, destacó el llamado del político fallecido a la unión.
Figuras de ambos partidos se reunieron y honraron el mensaje de McCain en la catedral de Washington, incluyendo a Bill y Hillary Clinton, los ex vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney, y los exsecretarios de Estado Madeline Albright, John Kerry y Henry Kissinger.
También participaron la hija del presidente Ivanka Trump y su esposo, Jared Kushner, junto con el secretario de Defensa, Jim Mattis, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y el ícono de Hollywood Warren Beatty.
– Última reprimenda –
McCain, que murió el sábado pasado a los 81 años, ha sido reconocido en la última semana con recuerdos y tributos extraordinarios, cargados de emoción, incluyendo el honor otorgado por sus colegas del Congreso de ser despedido en el Capitolio de Estados Unidos el viernes.
En el funeral, Meghan McCain, hija del senador, le dedicó unas palabras en las que aludió al lema de campaña de Trump, aunque sin mencionar al presidente.
«La grandeza del Estados Unidos de John McCain no necesita ser restaurada porque siempre ha sido grandiosa», dijo Megan, quien fue aplaudida.
«Nos reunimos aquí para llorar la muerte de la grandeza estadounidense, la real, no la retórica barata de hombres que nunca se acercarán al sacrificio que él ofreció tan voluntariamente», dijo sobre su padre, criticando «a aquellos que vivieron vidas de comodidad y privilegio, mientras él sufrió y sirvió».
Más temprano este sábado, la guardia de honor del Capitolio de Estados Unidos había cargado el ataúd de McCain cubierto por la bandera hasta un coche fúnebre negro que se detuvo en el Monumento a los Veteranos de Vietnam, donde su viuda, Cindy McCain, dejó una corona en honor a los caídos.
Que los hombres que vencieron a McCain en sus batallas presidenciales fueran convocados a hablar en su funeral fue visto como un testimonio de su compromiso de mirar más allá del partido y enfatizar en que los estadounidenses, independientemente de su afiliación política, están remando juntos en el mismo barco.
DC / AFP