En el presente y durante ya algún tiempo, los jóvenes no ha tenido acceso con algunas y muy escasas excepciones, a la corriente de pensadores como «Aristóteles, Platón, Descartes, Maquiavelo y los del propio Libertador, que solo son utilizados, para justificar algún tipo de decisiones, que distorsionan tanto la doctrina como filosofía del Libertador. Lo que ha impedido, a los jóvenes, conocer la orientación de estas corrientes del pensamiento, que cambiaron la forma de ver al mundo, y que siguen influyendo a pesar del tiempo.
Hoy, ellos, dejaron de ser el molde en los jóvenes, el límite para que una cosa sea, lo que debe de ser. Ellos, delimitaron y reglaron varias disciplinas. Intuyeron los parámetros para que, hayan sido consideradas indispensables, para la formación en la evolución del accionar del pensamiento contemporáneo.
Opuesta a las generaciones de relevo, se alza la corrupción. Ha sido la corrupción la que ha roto el horizonte político de los jóvenes. Quien viene a constituirse y a instalarse, para edificar agujeros negros y vacíos en los jóvenes, que ni siquiera las más perversas ciencias políticas pueden camuflar.
En los países desarrollados, la corrupción está en todas partes. Es la piedra angular basal y la clave de la dominación. Reside en diferentes formas, también en este Régimen y sus funcionarios vasallos, en las fuerzas policiales más refinadas y en las más podridas, en los lobbies de las clases políticas, las mafias de los grupos sociales ascendentes, las iglesias y sectas, los perpetradores y perseguidores del escándalo, los grandes conglomerados financieros y las transacciones económicas cotidianas. Mediante la corrupción el Régimen extiende un manto de humo sobre el País, y las políticas públicas, es el ejercido propio en esta nube podrida, en ausencia de luz y verdad.
No hay dificultad, para reconocer a la corrupción, ni de cómo identificarla, a esta poderosa laguna de niebla e indiferencia que el Régimen extienden por todo el País. De hecho, la habilidad de reconocer a la corrupción es, para usar una frase de Descartes, «la faculté la mieux partagée du monde», la facultad más ampliamente compartida del mundo.
La corrupción se percibe fácilmente porque aparece inmediatamente como una forma de violencia, como un insulto. Y ciertamente es un insulto, la corrupción, es de hecho, el signo de la imposibilidad de unir el poder con el valor. La corrupción es lo que separa a un cuerpo de su mente, sobre lo que se debe hacer. Como el conocimiento y la existencia, consisten siempre en una producción de valor, aparece como una herida, un anhelo letal, al progreso que compromete el desarrollo de las generaciones de relevo.
Las formas en las que aparece la corrupción son tan numerosas que intentar hacer un listado de ellas es como pretender medir el mar con una cinta métrica o en una taza. Los ejemplos de corrupción pueden multiplicarse al infinito, pero en la base de todas estas formas de corrupción hay una operación que es, la destrucción de la esencia singular de la sociedad, que es corromperla.
Hoy, la corrupción no puede jugar ningún papel en ninguna transformación de las formas de gobierno, porque la propia corrupción es la sustancia y totalidad del Poder. La corrupción es el comando apuntado hacia la destrucción de la Sociedad en su cruel segmentación.
DC / Dr. Johnny Galue / Abogado, Político / @COOTUR