Los cambures y los plátanos de Guatemala y Honduras, por su tamaño, color y por su asado después del anafre, del frito el horno o el cocido, o el cambur natural o asado, nos hacen recordar los criollos de Santa Bárbara y El Vigía. En efecto, en el centro de América no se han acabado lo cultivos de plátano y cambures de alta producción porque los nativos y administradores públicos cuidan mucho sus tierras, tanto que parecen dolerles más a su gobierno que a sus propios parceleros. Distinto, por el sur de la América, a pesar de que el plátano es un alimento completo, de buen sabor y valor proteico excelente; en Maracaibo, lo tenemos, junto a la leche de vaca, en la diaria dieta familiar.
Sin embargo, la producción del plátano ha bajado mucho. La hacienda de plátano más desarrollada por los lares americanos la constituyó la finca del hacendado e industrial zuliano Don Luis Prado. De esta hacienda, en Santa Bárbara conocemos poco pero sabemos que en calidad y producción ha mermado mucho. Por cierto, en Honduras, que se habla mucho de su pobreza, el negocio de la madera floreció y vive excelentemente tratado para la exportación y la venta cercana para la carpintería y ebanistería local. Su artesanía dibuja y da forma a trabajo de gran calidad artesanal que se han dispuesto para competir a niveles de España, México, Portugal y USA y darle uso industrial a la madera. El Mago de la Hoz de Honduras tiene que prestárselo a Guatemala donde el Presidente Morales y su hermano no aciertan una y el Volcán no los deja tranquilos.
Hablando de otra cosa, en los descansos de vacaciones y por el internet, dimos con un programa de Logonbardi, periodista argentino, agudo y de fino toque que simpatiza con las cosas cívicas, raras y curiosas que suceden por América. Resulta que Logombardi entrevistó a Marta Minujín, artista plástica que ha empleado su vida en el estudio del arte en todas sus manifestaciones que, por rareza, pinta para no vender y casarse para no estar junta a su esposo. Sus hijos, Fecundo y Gala, salieron artistas y viven con su madre pero, como su mamá, bajo convenio familiar se mueve separadamente.
Se cuentan muchas anécdotas interesantes e inquietas de Marta Minujín. Ella estudio en París Arte y Filosofía de la vida y no se ha enfermado jamás en sus 65 años de edad. Ella dice:”el arte me mantiene protegida” y continua, “por eso trabajo el arte en todas sus expresiones”. Esta señora vivió y vive armoniosamente a sus 65 años de edad. En los años sesenta conoció a los Beatles y fue amiga de Salvador Dalí a quien conoció en New York. Actualmente se prepara para realizar una obra majestuosa a todo lo ancho del Rio de La Plata de su ciudad natal, Buenos Aires. Es famosa, también, por haber soltado, desde un helicóptero, sobre el estadio Peñarol, equipo de futbol de Montevideo, a 500 pollos vivos que llegaron a tierra, sanos y salvos, usando sus propias alas. Igualmente, se le conoce por recoger los colchones usados y botados en la basura de los barrios parisiense y colocarlos, después de sanearlos y pintarlos en las paredes públicas de las barriadas. Los colchones y las pinturas llevaban mensajes dirigidos a los hombres y mujeres del continente americano de agradecimiento porque los usaron todos los años de su vida para dormir, soñar, meditar y hacer el amor. Igual, Marta, logró levantar en Medellín, Colombia, una estatua esfinge de Carlos Gardel colocando en su parte alta una antorcha que se enciende y recuerda el choque de aviones en cuyo siniestro murió el gaucho argentino. Aun así, su obra más difícil, atractiva y pegajosamente llamativa no es una réplica del Partenón griego ni física, ni crisoelefantina de la estatua de Atenea, la diosa protectora de los atenienses, de 12 metros de altura y donde Fidias, su escultor, empleo mil doscientos kilos de oro y cuyas ruinas originales fueron llevadas a París y vendidas por el embajador británico Tomas Elgín, al principio del siglo XIX, que decidió venderlas al museo británico, donde todavía se exhibe; sino, usar ese título fabuloso e histórico para organizar una especie de círculo literario con todos los libros, revistas y especificidades editadas alrededor del mundo y prohibidas para su circulación por monarcas, reyes, dictadores y dirigentes públicos de cada época. Es un círculo inédito que ya cuenta con los 30 mil ejemplares de todas partes de tierra y su mundo literario.
DC / Luis Acosta