En el nombre del pueblo, por 20 años han sumergido al país en la miseria, en la decadencia del populismo y la corrupción de pseudolíderes que han llegado a la política para de forma personalista, expropiarla y destruir la política como vocación e instrumento para el servicio ciudadano.
Quienes se autoproclaman la voz en defensa del pueblo, han secuestrado la patria, han robado nuestra historia y lo hemos permitido. Hacer en este momento, una concesión, abrirle un espacio o tan siquiera pensar en sentarse a “dialogar” o participar en un proceso fraudulento en el nombre del pueblo es inaceptable. Pues quienes participan o se sentarían en esa mesa solo representan su pretensión de aferrarse en el poder sin importar las vidas que hemos perdido.
En Venezuela, hoy existen dos posiciones: la permanencia de Maduro y su combo en el poder, que impulsa el régimen y quienes en mala hora se hacen llamar “oposición” (tarifados) y la posición de cada uno de los ciudadanos que hoy dicen: Maduro debe irse. Para lograr esto último, debemos unirnos.
Los que decidimos seguir luchando por rescatar a Venezuela nos exponemos a la bestial persecución, a la cárcel, a la represión, a la agresión física, a la tortura y la muerte. Así lo ratifica el caso de Fernando Albán, un hombre que concibió la política como la forma de entrega a través del servicio y que por ello, nos recordó el peligro que vivimos todos los venezolanos que sin miedo, enfrentamos al régimen.
Nosotros seguiremos luchando, y parte de esa lucha es tener claro que la única negociación que podemos emprender es para facilitar y garantizar la salida de Nicolás Maduro del poder y abrir paso a la reconstrucción de la tierra que nos vio nacer. Contrario a garantizar la salida de las mafias que nos gobiernan, establecer un show barato (aunque quienes participen cobren ba$tante), sería firmar el acta para que se perpetúen en el poder quienes pulverizaron el derecho a elegir de los venezolanos, de alzar su voz, de reclamar, de protestar; sería convertirse en cómplice de los responsables de la mayor crisis humanitaria en la historia de nuestra nación.
En el nombre del pueblo, un grupo de delincuentes pretende mantenerse en el poder sin apoyo popular, significando esto la destrucción de todo lo que está en su camino -y lo que no también-. Vemos como un símbolo natural de grandeza como nuestro Parque Nacional Canaima, hoy se ve amenazado por las prácticas de minería que arrasan con un territorio que pertenece a cada comunidad y familia indígena de la zona, que pertenece a cada venezolano.
La desesperanza de nuestras familias al ver como se desploma el país, como se aniquila la calidad de vida y se cercena el derecho a progresar y tener oportunidades, han derivado en un constante desasosiego que se alimenta en cada apagón, en cada quincena cuando la inflación devora nuestros salarios y no encontramos un medicamento para nuestro familiar enfermo.
Lo que a diario vivimos los zulianos es cruel, siendo la imagen del colapso al que han llegado los servicios públicos en el país y como con saña, se atenta en contra de la calidad de vida del ciudadano. En Maracaibo nuestro día a día se ha resumido en oscuridad y silencio. En oscuridad que vivimos cada día al transitar por nuestras calles y peor aun en nuestros hogares, cuando la ineficiencia dice presente y… ¡se fue la luz!. Oscuridad, que ha sido la responsable en cada apagón de la muerte de niños y pacientes ingresados en los hospitales del estado porque no contamos ni siquiera con plantas generadoras de electricidad de emergencia.
Quienes hemos asumido hacer política en Venezuela, en este duro momento para todos, tenemos que saber y estar conscientes del deber y la responsabilidad que tenemos. Callar hoy, es convertirnos en parte del problema y no en parte de la solución.
Como generación de jóvenes que creemos en la política como el instrumento de servicio más excelso, debemos de comprometernos a dejar atrás décadas de populismo, de políticos mediocres que son los responsables de nuestro presente y que para nada representan nuestro futuro. Es un deber que asumimos el representar un relevo de esos pseudolíderes que solo visitan una comunidad para dar una declaración de prensa, para hacer referencia a su histrionismo político olvidando que su trabajo es acompañar a los ciudadanos, siendo ellos los protagonistas y la mayor motivación de nuestro trabajo.
Lo cierto, es que no en nombre del pueblo, sino junto al pueblo, debemos emerger como una generación de políticos con ética, valores y amor por su país. Junto a nuestro pueblo, ese que día a día batalla por salir adelante, debemos pasar de la inacción a la acción, juntos, dirigencia política, sociedad civil, sectores económicos, productivos, la academia, los cultores, deportistas, obreros, todos, asumiéndonos como un bravo pueblo, que unido será invencible.
Orlando Chacón / @Orlandochacon_ / orlandochaconpj@gmail.com