José Miguel Vivanco, director para América Latina de la prestigiosa ONG Obervatorio de los Derechos Humanos (Human Rights Watch) ha desatado esta semana un nuevo frente en la controversia sobre Venezuela al lanzar una pregunta sobre el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que realiza tareas de mediación entre el Gobierno de Maduro y la oposicion. Para Vivanco, Zapatero ha destruido su reputación al tratar a la Venezuela bolivariana como una democracia, por razones que él mismo no acierta a comprender, aunque no descarta que pudieran ser de naturaleza económica.
¿Qué le parece la labor de mediación que Zapatero está realizando en Venezuela?
- Zapatero se ha convertido en una especie de canciller del régimen. Cada vez que la dictadura venezolana necesita oxígeno, Zapatero aparece como por arte de magia para tratar de vender alguna fórmula que usualmente está vinculada a diálogos, a instancias de mediación, que no tienen ni pies ni cabeza, que no parecen más que improvisaciones dirigidas a darle oxígeno al régimen. Zapatero es un gran encubridor de los abusos y de las atrocidades de Maduro y compañía. Ahora bien, la gran pregunta es, ¿por qué lo hace? ¿Qué le motiva a intervenir de esta manera tan descarada para proteger constantemente al régimen de Maduro, describiendo un sistema político que no tiene credibilidad, salvo entre regímenes similares, como si fuera una democracia ateniense? ¿Por qué Zapatero hace algo tan triste, que le ha llevado a desperdiciar la poca credibilidad que tuvo después de haber sido jefe del Gobierno?
- ¿Por qué? ¿Por intereses económicos?
- No lo sé y, que yo sepa, nadie lo sabe. Pero me gustaría saber sus motivaciones, porque lo de Zapatero con Venezuela no es normal.
- No hay ninguna evidencia de esos intereses.
- Hay muchos rumores. Hay algunos que han aludido a concesiones, o negocios, pero creo que en esto los medios de comunicación podrían cumplir un papel muy importante para resolver esta encrucijada.
- ¿Le sorprendió el impacto de sus declaraciones?
- Hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre, y no me parece que sea útil mantener este espejismo con una discusión soterrada. Cuando Zapatero dice, en relación con el supuesto suicidio del concejal opositor Fernando Albán, que hay que dejar que las instituciones hagan su tarea, me pregunto cómo es posible que él asuma el coste para su reputación de decir algo que solo defienden los más cercanos a Maduro. ¿Por qué lo hace?
- ¿Tiene contacto con Zapatero o con personas de su entorno?
- No.
- ¿Tuvo usted en algún momento esperanza en que la mediación de Zapatero fuera eficaz?
- Siempre fui muy escéptico. Nunca entendía cuál iba a ser su estrategia, pero no tanto por él, sino por la naturaleza del problema. La situación en Venezuela no se explica por falta de diálogo, porque la asimetría entre el Gobierno y el resto de las fuerzas políticas es tan grande que uno no puede sino preguntarse qué puede ofrecer una oposición que es, de hecho, víctima de esos abusos, a un Gobierno que tiene todo el poder. Y, si con ese panorama, la negociación era complicada, Zapatero lo ha empeorado, porque ha pasado de mediación en Venezuela a representación de la dictadura de Venezuela.
- Y, sin embargo, ha habido negociaciones.
- Cada vez que las ha habido, lo único que el régimen de Maduro ha pedido ha sido que la oposición interceda para levantar las sanciones selectivas, individuales, que persiguen congelar bienes y visados de jerarcas de régimen en Europa, Canadá, y Estados Unidos. Pero eso es algo que escapa al control de la oposición.
- Esta semana, España ha sugerido flexibilizar las sanciones, pero la UE lo ha rechazado.
- Lo único que importa a los jerarcas venezolanos son las sanciones que les han impuesto a ellos. Pero esas sanciones, como siempre recalca la UE, se pueden revisar si la conducta del régimen de Maduro cambia. En mi opinión, sería un error descartar a priori cualquier esfuerzo negociador, pero hay que ver cuáles son las garantías que se ofrecen y las precondiciones para negociación, porque hay que tener mucho cuidado de que ésta no sea una operación táctica dirigida a debilitar las sanciones.
- Muchos han visto, precisamente, la postura española como una forma de suavizar las sanciones.
- Es posible. No lo sé. Yo quisiera creer que hay distancia entre las posiciones de Zapatero y las de Josep Borrell. Cualquier análisis objetivo y desapasionado llevaría a la conclusión por parte del Gobierno de Pedro Sánchez que, si se quiere desacreditar una opción de negociación, la mejor manera de hacerlo es asociarse con Zapatero.
El Mundo