Montserrat Caballé, diva mundial de la ópera, falleció este sábado en Barcelona a los 85 años tras una brillante carrera de más de medio siglo, en la que deslumbró interpretando a Verdi y Puccini en los escenarios más prestigiosos e incluso cantando con Freddie Mercury.
«Ha muerto esta noche en el hospital de Sant Pau», dijo a AFP una fuente de este centro médico de Barcelona, donde se encontraba ingresada desde mitad de septiembre.
La soprano española, que en los últimos tiempos sufrió un ictus y una conmoción cerebral, estaba retirada desde hacía algunos años. Según medios locales, su ingreso en el hospital Sant Pau se debió a problemas de vesícula.
Los servicios funerarios de la capital catalana indicaron que el velatorio de la cantante será este domingo a las 14H00 (12H00 GMT) en el tanatorio de Les Corts. El funeral está previsto el lunes en el mismo lugar a las doce del mediodía.
Tras la noticia, los homenajes a su figura se sucedían en cascada.
«De todas las sopranos que he escuchado en vivo, no he escuchado nunca a ninguna cantar como Caballé», dijo el tenor José Carreras a Catalunya Radio.
El cantante catalán de 71 años, muy cercano a Caballé, dijo estar «muy triste» por la muerte de esta «artista única», que lo ayudó al inicio de su carrera como tenor.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, lamentó la muerte de «una gran embajadora de nuestro país, una soprano de la ópera reconocida internacionalmente». Y la Casa Real despidió a «la mejor entre los mejores», una «gran señora de la ópera, leyenda de la cultura universal».
Por otro lado, en Madrid el Teatro Real anunció que le dedicará la función de la ópera «Faust» de este sábado «como homenaje simbólico a su grandeza», y en Francia la radio France Musique preparó emisiones especiales en su honor.
– Una carrera prolífica y rompedora –
La cantante catalana se apagó al cabo de una impresionante carrera de más de medio siglo, que la puso a la altura de otras divas como la greco-estadounidense María Callas o la italiana Renata Tebaldi.
Compartió escenario con Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, y actuó en los teatros más prestigiosos del mundo, como la Staatsoper de Viena, la Scala de Milán, la Ópera de París, el Covent Garden de Londres, el Bolshoi de Moscú o el Teatro Colón de Buenos Aires.
Los comienzos fueron sin embargo complicados para esta mujer, nacida el 12 de abril de 1933 en Barcelona en una familia muy modesta y madre de la también soprano Montserrat Martí.
Los problemas económicos casi la obligan de muy joven a dejarlo. Pero gracias al mecenazgo de un industrial del sector textil pudo terminar de formarse en el Liceo de Barcelona, que siempre consideró su casa y donde actuó en más de 200 ocasiones.
Debutó en la ópera de Basilea (Suiza) en 1956 con «La Bohème», de Giacomo Puccini, y tras vivir dos años en Bremen (Alemania), en 1962 se estrenó con la ópera «Arabella» de Richard Strauss en su querido Liceo.
Tres años más tarde conquistó Nueva York cuando tuvo que reemplazar a Marilyn Horne en «Lucrecia Borgia», de Donizetti.
De esta forma quedó definitivamente lanzada su carrera, que incluye el haber trabajado en óperas como «Cossì fan tutte» de Mozart, «Norma» de Bellini, «La Traviata» y «Aida» de Verdi o «Tosca», de Puccini.
Montserrat Caballé no se limitó a los estrictos estándares de la ópera.
En 1988 sorprendió al mundo grabando junto a Freddie Mercury, el vocalista del grupo de rock británico Queen, el álbum «Barcelona». El sencillo de ese álbum se convertiría en el himno de los Juegos Olímpicos de 1992 en la capital catalana.
Los últimos años de vida de la cantante se vieron dificultados por sus problemas de salud (un ictus y una conmoción cerebral en 2012 y 2013 respectivamente) y los varios ingresos a los que se vio obligada.
Igualmente tuvo problemas con Hacienda, al reconocer en 2010 haber defraudado más de medio millón de euros, cobrando varios conciertos celebrados en el extranjero a través de una sociedad instrumental domiciliada en Andorra.
Tras un acuerdo con la justicia española, en diciembre de 2015 fue condenada a seis meses de prisión, una pena que no tuvo que cumplir, y a una multa de más de 250.000 euros.