“Cuentan los ancianos que antes que llegaran los camiones, los wayúu en la Alta Guajira se morían de hambre, cuando se acababan los frutos de los árboles como los cactus. Cuando se terminaba la siembra no tenían que comer. Después, cuando escucharon que en otras tierras había comida emprendieron el recorrido. La mayoría se fueron para Maracaibo. Todos los Eirűku (clan) son originarios de Wuinpumuin (Alta Guajira Colombiana)”, reseña el documental Shawanramana.
La población wayúu, una de las etnias más numerosas en América Latina, comparte su territorio entre dos naciones: Venezuela y Colombia. Durante más de dos siglos han transitado libremente entre las dos fronteras, e incluso muchos establecieron su hogar en Maracaibo, sin dejar de visitar su territorio ancestral, la Alta Guajira colombiana.
Sobre esto último, diversos documentales señalan que los primeros wayúu que se establecieron en suelo marabino fundaron el populoso barrio Ziruma en 1940, que por muchos años fue el receptor de las personas que llegaban a esta entidad en busca de mejores condiciones de vida.
“En la Alta Guajira hubo una época de sequía inmensa donde había poca lluvia, muchas enfermedades. Entonces fueron desapareciendo los grandes rebaños de animales que tenían los wayúu y se vieron en la necesidad de migrar a Maracaibo, Perijá y ciudades como Riohacha y Maicao de la Guajira Colombiana”, explica el antropólogo qayúu, Nemesio Montiel.
Según el último censo indígena (2011) en Venezuela existe una población wayúu de 413.437 personas, de los que el 10. 6 % viven en la Parroquia Idelfonso Vásquez de Maracaibo.
Sin embargo, la población indígena es quizás la más afectada por la fuerte crisis económica que atraviesa el país en los últimos años, y la disminución de la calidad de vida, los altos costos de los productos de consumo y los estrictos controles para la dinámica comercial entre Maicao y Maracaibo, han obligado a los wayúu “maracuchos” a buscar oportunidades en el territorio de sus abuelos o su territorio ancestral; territorio, que a pesar de ser netamente de esta etnia, se rige bajo la normativa de otro estado diferente al venezolano.
Elimenes Zambrano, representante legal de la zona norte extrema de la Alta Guajira dice que hasta los momentos no se hace un censo oficial, pero que en este 2018 se elaboró un trabajo comunitario que dio como resultado algunos indicadores que arrojaron que de cada 100 personas que hay en las comunidades, 25 han retornado este año. De esos 25, la mitad no poseen ningún tipo de documentación colombiano sino venezolano, lo que quiere decir que no gozan de los programas de asistencia del estado, pues no están inscritos en sistema.
“En febrero de 2017 recibimos la visita de la Corte Constitucional de Colombia, aquí en la zona norte, en los corregimientos de puerto estrella, Nazaret y Tawaira. Ahí planteamos dentro de la normatividad legal a este tema, porque el estado colombiano tiene una deuda histórica con el pueblo wayúu de la zona norte, pues nunca hubo inversión desde los años de 1950, cuando gobernaba el general Rojas Pinilla. Durante esa época hacia adelante muchos wayúu se fueron a Venezuela en busca de mejores condiciones de vida y que ahora son los mismos que están retornando, y que tienen sus sitios ancestrales como territorio y cementerio. No hay ningún wayúu que ande deambulando: todos tienen claro su contexto histórico y cultural como originarios de este territorio”, subrayó Zambrano.
Para los wayúu que han retornado hay una doble condición: aparte de que son personas que la mayoría nacieron, crecieron y vivieron en Venezuela, también son indígenas originarios del territorio; entonces, al ser indígenas entran en un estado de vulnerabilidad mucho peor, ya que, por ejemplo, al negarse a estos originarios el servicio de salud, podría afectar gravemente a la población infantil y la población de adultos mayores que no gozan de ninguna garantía ante una emergencia.
“Se hizo un trabajo con Acnur para dirimir unos términos legales que favoreciera a los wayúu retornados, que no fuera en perjuicio de ellos porque antes se le daba el tratamiento a todos como venezolanos y, automáticamente eran extranjeros en su propio territorio y no podían ser beneficiados de los programas sociales del gobierno colombiano. Actualmente llegan, hijos, sobrinos, nietos de wayúu que viven aquí, y que ancestralmente sus territorios son de aquí”, agregó.
Enfoque diferencial para disminuir el impacto
Según estudios sobre la migración venezolana, uno de los departamentos caribeños más afectados es La Guajira. Por Paraguachón, donde existe un puesto migratorio, ingresan a diario unos 1.500 venezolanos cuyo destino son los municipios de Maicao, Uribía, Manaure y Riohacha. Pero los que cruzan la frontera por Castilletes no entran en esta estadística.
“El impacto es muy grande porque la mayoría no puede acceder a los servicios que presta el estado, se les solicita que tengan una IPS o un carnet de salud, al no tener documentos de identidad colombiana esos derechos están muy limitados, porque solo pueden acceder a consultas y servicios de emergencia”, aseguró Alfredo Palmar, promotor de salud.
En ese sentido, la organización wayúu Araurayuu impulsa las conversaciones con los directores de centros de salud y el hospital de Nazaret. “Pero no se han dado soluciones. Por eso ahora es cuando nosotros solicitamos reunión con Acnur y con la Onic aquí en Nazaret, en Siapana y Puerto López, para buscar un mecanismo para que los wayúu retornados puedan recibir sus documentos que sea diferente al PEP, que es el permiso permanente de permanencia en territorio colombiano. Debe ser diferente”, manifestó Zambrano.
En educación, el ministerio colombiano impartió una orden de recibir a los niños y adolescentes venezolanos mediante el código provisional, para que no pierdan el año escolar. También se han llevado reuniones con el bienestar familiar para que los niños sean incorporados a los diferentes programas sociales.
Carlina Sapuana, docente de la sede principal de Nuestra Señora de Fátima de Nazaret, comentó que: “Tenemos una cobertura de casi 600 estudiantes de los cuales, 154 ingresaron con documentos venezolanos, por lo que desde la institución se ha hecho las gestiones pertinentes para que sean incorporados en la registraduría”.
“Están inscritos en diferentes cursos, desde preescolar hasta séptimo de bachillerato. La mayoría son hablantes del wayuunaiki. Tienen una gran fortaleza que es su pasión por aprender. Se adaptaron muy rápido porque son niños que vienen y están con sus familias, les cambia el contexto pero que la crisis venezolana le ha permitido fortalecer sus vínculos familiares”, agregó.
En algunas comunidades de la Zona Norte Extrema de la Alta Guajira colombiana, el programa mundial de alimentos de las Naciones Unidas está entregando kits de alimentos para los retornados. “El programa mundial de alimentos ha implementado una asistencia alimentaria en algunas comunidades de la zona norte extrema pero no ha sido muy efectivo, porque no cubre la mayoría de la población”, dijo Domitila García, autoridad tradicional de Siapana. “Ha sido como un paliativo momentáneo, el impacto no ha sido mucho”.
Radio Fe y Alegría