Entiendo la gravedad de lo que afirmo: Venezuela está en manos del crimen organizado. Con estas mismas palabras inicié mis reflexiones la semana pasada, a las que estoy obligado a volver hoy, ante las nuevas evidencias. No me referiré ahora a la decisiva participación de Cuba, Irán, Rusia y Bielorrusia en las decisiones del régimen títere de Maduro, sino al dominio específico de parcelas venezolanas de parte del narcotráfico internacional, la guerrilla colombiana, el tráfico de personas, el lavado de dinero, el arco minero, el negocio negro e ilícito de hidrocarburos, el Hezbolá y otros grupos terroristas del crimen organizado que han asaltado el poder en Venezuela.
Cada banda o grupo criminal al que se le da cabida, tiene sus parcelas geográficas en las que la bota del soldado venezolano no pisa, le está prohibido. El asesinato el pasado domingo de tres soldados venezolanos de la GNB en territorio nacional, que dejó además el saldo de diez de nuestros hombres heridos de parte de la guerrilla colombiana, no solo confirma la presencia de estos asesinos en Venezuela, quienes presuntamente defendían su “territorio cedido”, sino que los vincula con actividades delictivas en el país.
Tanto la FARC como el ELN tienen sus zonas de reposo o permanencia en territorio venezolano, y, por cierto, no solo en municipios o Estados fronterizos, sino también en lugares más adentrados en el territorio, poseyendo veredas o rutas para transitar hasta el lugar cedido. Allí no solo escapan del Ejército colombiano, se reagrupan y entrenan, sino que tienen injerencia en los asuntos venezolanos.
El Diputado Américo De Grazia, en referencia al ataque criminal contra los guardias nacionales, denunció que el Comandante del Frente de Guerra Oriental del Ejército de Liberación Nacional (ELN), Luis Felipe Ortega, conocido como “Garganta”, contaba para el momento de su detención con diversas cédulas venezolanas y el carnet de la patria, documentos en los que se le identifica como Gabriel Alberto Ariza. Fue precisamente la detención de “Garganta” la que produjo el enfrentamiento. Cabría preguntarse, ¿por qué lo detuvieron?, ¿hay soldados venezolanos que rechazan los convenios del régimen títere con la guerrilla y otras mafias del crimen organizado?, ¿son policías y militares venezolanos los que generaron la confrontación?, ¿por orden de quién se otorga cédula de identidad venezolana a esos criminales? Cuando la Fuerza Armada Nacional pierde la guerra contra la guerrilla, el narcotráfico y el terrorismo internacional, ¿no será la hora de la renuncia del Ministro de la Defensa, Padrino López?
Maduro por supuesto que no le explicará a los venezolanos qué hace el ELN en Amazonas y Bolívar, o en Táchira, Zulia y en los Andes venezolanos. El diputado De Grazia, con sobrado coraje, afirma que el ELN y en particular “Garganta” y su grupo cuidan las minas de coltán de ‘Nicolasito’ en Parguata. Toca “dos en una” el valiente diputado; por un lado denuncia que “Nicolasito”, Nicolás Maduro Guerra, hijo del ilegítimo, tiene minas que le han sido otorgadas para su explotación, como las tiene Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Iris Varela, los dos Tarek, Tareck El Aissami y Tarek William Saab, y muchos otros del cogollo de la dictadura, y por otro lado pone de relieve la actividad del ELN.
Por supuesto son centenares las preguntas que surgen cuando vemos las matanzas que se producen en el Arco Minero, o la forma irregular y agresiva contra la naturaleza al explotar el oro y otros minerales preciosos. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos acaba de prohibir la negociación de ese oro ilegal que hoy invade los mercados del mundo. El oro es el nuevo refugio de la corrupción y el crimen organizado para el saqueo de lo que queda en Venezuela. ¿Habrá sangre en las venas de soldados y oficiales venezolanos? Buen momento para probarlo. El cremen organizado asaltó el poder.
Paciano Padron – pacianopadron@gmail.com – @padronpaciano