Una mujer llamada Jackline Mwende, de Kenia, se arrepintió no haberse divorciado de su marido cuando su propia familia se lo pidió. Se conoció que estuvo casada durante cinco años y en ese tiempo no logró quedar embarazada, sufrió la furia del hombre que había jurado amarla para toda la vida y que en cambio la castigó cortándole las manos por poder darle hijos, pero el infértil era él.
Su historia comenzó hace siete años, cuando se conocieron y decidieron unirse como pareja. Dos años después llegaría la boda y con ello, de acuerdo a Jackline, un matrimonio normal y lleno de amor.
Ambos acudieron a un especialista para averiguar la razón por la que no habían podido ser padres. La razón era que Stephen Ngila, su esposo, era infértil y la única opción que les quedaba era recurrir a un especialista para buscar otras alternativas, pero no ocurrió.
Desde entonces la vida de Jackline se convirtió en un calvario, en un castigo por un delito que ella no había cometido. Stephen comenzó a beber en exceso y con ello también los maltratos y abusos, provocando la preocupación de los familiares y amigos de Jackline, quienes le rogaron lo dejara.
No lo hizo, en cambio decidió seguir el consejo del pastor de su parroquia quien le sugirió que «luchara por su matrimonio», hasta una tarde que embriagado y enojado, su marido la atacó con un machete.
Sus gritos alertaron a los vecinos quienes llamaron a la policía, sin embargo ya era demasiado tarde, Jackline había perdido las dos manos y presentaba una profunda herida en el rostro y cabeza, que ahora son recordatorios crueles de lo que fueran los peores de su vida.
Soy Carmín