Ya se van a cumplir dos semanas desde que Nicolás Maduro anunció el quinto aumento salarial de 2018. El ingreso mensual pasó de 1.800 a 4.500 bolívares soberanos, frente a una hiperinflación que, según la firma Ecoanálitica, será de al menos 2.000.000 % al cierre de este año. La peor en la historia de América Latina.
Para el venezolano, eso se traduce en menos capacidad de compra y más hambre. Para los comerciantes,cada día es más difícil mantener sus negocios y, a la vez, a sus familias.
Frente a una hiperinflación que se estima cerrará en 2.000.000 %, el quinto aumento salarial de Nicolás Maduro, se diluye | Fotos: Ronald E. Peña
De acuerdo con la Ley Orgánica de Precios Justos, creada en 2014 por el Presidente de la República, los comerciantes deben ganar 30% de los productos o bienes. Omar Arcila, vendedor del Mercado Municipal de Guaicaipuro, explica que en una economía estable, 30 % es un margen de ganancia que permite recuperar lo invertido y aumentar el negocio, pero en el mercado venezolano se trabaja a pérdida.
Omar no precisó precios, pero sabe que con lo que ganó esta semana compró un saco de 38 kilos de cebollas, pero la siguiente solo podrá adquirir la mitad. Diciembre comenzó sin emoción y sin buenas ventas para él. Lo que viene es incertidumbre, asegura.
En los mercados de La Pastora y Guaicaipuro, los comerciantes contaron que resuelven al día y, además, trabajan a pérdida | Fotos: Ronald E. Peña
Hay varios factores que afectan a los comerciantes caraqueños. Amaury Caraballo tiene 20 años vendiendo papas. Este año, cuenta, aumentó la escasez porque hay poca producción, además, que la mercancía que llega hasta su puesto es costoso.
“Ahorita los conductores no se arriesgan a traer mucho. Por ejemplo, esta papa viene de los Andes y de allá a acá, la Guardia Nacional (GN) les quita plata y ahora hay muchos saqueadores. Eso aumenta los costos”.
Refirió que ahora la gente compra menos. “Antes se llevaban la mercancía por kilos, ahora es más la gente que lleva medio kilo”, pero medio kilo no le conviene a Amaury, porque ni siquiera recupera el valor de la bolsa plástica.
Generalmente, la gente se llevaba los vegetales y hortalizas por kilos; ahora compran medio kilo o por unidad. | Fotos: Ronald E. Peña
En el Mercado Municipal de La Pastora, Carlos Alvarado ha trabajado durante 15 años. Sabe que mantiene su negocio, en gran medida, porque los clientes son de toda la vida. Desde que Nicolás Maduro decretó el aumento salarial, los precios subieron el doble. Su única certeza es su fe en Dios y que él lo ayudará a seguir adelante.
Lenin Rodríguez trabaja en ese mercado hace 22 años y desde hace cinco la Navidad dejó de ser significativa para él. “La gente ya no compra como antes, ya no sientes esa emoción y las ganas de comprar y preparar cosas”, cuenta.
No solo sus clientes han perdido la capacidad de adquisición, también él.
Antes compraba mercancía tres veces por semana, porque se agotaba muy rápido; ahora va al mercado de Coche solo los viernes, aun así, pierde algunas verduras que se dañan. No hace planes para 2019 porque vive al día.
El precio de las bolsas plásticas y el traslado de la mercancía también impacta en el precio de los productos | Fotos: Ronald E. Peña
Igual que Alba Roa, que sale a las 5:09 de la mañana de su casa en Petare para llegar a La Pastora. Ella y su esposo no piensan demasiado en el futuro, porque deben pensar en el día. “Sobrevivimos, mi viejo y yo, con lo que haya, sin carne ni pollo”. Vende verduras y hortalizas, y cuando están a punto de dañarse, las pica y las lleva a casa. Se encoge de hombros cuando le preguntan cómo resolverá lo que queda del año.“¿Qué te puedo decir? Todo está mal”, se queja.
El Pitazo